EPÍLOGO.

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Las fanfarrias doradas se hacen sonar en cada extremo de las escaleras reales, llamando inmediatamente la atención de todos los invitados en el salón real

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Las fanfarrias doradas se hacen sonar en cada extremo de las escaleras reales, llamando inmediatamente la atención de todos los invitados en el salón real. El pregonero, de pie a la orilla del primer escalón de las escaleras, da el anuncio en voz alta sobre la llegada del rey JiMin junto a la princesa Moon a la fiesta.

YoonGi deja la copa de su champaña sobre una de las mesas de superficie redonda y base delgada, para dirigirse hacia las escaleras y esperar a que JiMin baje cada escalón llevando en los brazos a la bebé de ambos. Al encontrarse con JiMin frente a frente, YoonGi le deposita un beso en la frente y otro a la princesa Moon, que está plácidamente dormida y ajena a lo que sucede a su alrededor.

—¿Cómo te sientes, cariño? —desea saber YoonGi acariciando la pequeña frente de su bebé—. Tío KhaeMin me dijo que hoy ibas a amanecer mejor.

—Me siento mejor hoy más que nunca, a pesar de todo —asegura JiMin.

YoonGi se vuelve insistente y le pregunta a JiMin una segunda vez si realmente se siente completamente bien, pues apenas el día anterior despertó después de pasar casi un día inconsciente y ardiendo en fiebre alta. YoonGi desea saber que su esposo amado está sabiendo conllevar el estrés posparto, para calmar la oscuridad que se almacena en sus ojos y alivianar esa expresión preocupada en la cara.

JiMin le promete a YoonGi que su estado es mucho mejor de lo que fue el día anterior y que, de no ser así, no se habría animado a bajar para ser parte de la fiesta por el nacimiento de la princesa Moon. YoonGi mueve la cabeza, pero se le ve muy poco convencido y aún preocupado. JiMin termina enternecido por la sobreprotección de YoonGi. Eleva la mano para acariciar con ella la mejilla blanda de YoonGi.

YoonGi actúa necesitado de su contacto, porque ladea el rostro en busca de sentir más a profundidad la suavidad en su mano y la calidez de sus caricias. Cuando YoonGi abre los ojos y los pone sobre él de inmediato, él se fija en que ya no están rodeados de una miedosa oscuridad. Ahora los ojos de YoonGi son de un color rosa; el color con el que expresa el amor que siente por él.

—¡Papi, papi! —YoonJi rompe la burbuja romántica entre sus padres apareciendo repentinamente entre los dos—. ¡Cárgame a mí también!

—Por supuesto que sí, bebé —acepta JiMin encantado, antes de permitir que su esposo cargue a la bebé para que él pueda cargar al pequeño e hiperactivo YoonJi—. ¿Qué escondes detrás tuyo, cariño?

—¡Es una rosa para papi! —exclama YoonJi con su característica euforia, sacando sus manitas de detrás de su espalda para mostrar la rosa amarilla que recién cortó del jardín—. Es para ti, papi.

JiMin acepta la rosa amarilla sin dudar, y no sabe si es porque aún le quedan estragos del estrés posparto o si simplemente no se acostumbra a que un niño lo ame tanto, pero acaba derramando una que otra lágrima de entera conmoción. YoonJi es el niño más dulce y adorable que en su vida había conocido, un niño que resulta haber salido de sus entrañas hace cinco años.

ᶜʰᶤᶜᵒ VAMPIR0 | 𝐘𝐨𝐨𝐧𝐌𝐢𝐧.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora