«Cada que la veo, no puedo evitar pensar
en que la estoy traicionando, sin poderme controlar. Cada vez que nuestras miradas se cruzan, sin demora, mi cuerpo se llena de deseo, y el pecado valora »
Nadie sospechaba que lo que nuestra reputación arrui...
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Deva Selwyn
Por fin habíamos terminado el pino, no voy a negar que quedó hermoso gracias a los constantes regaños disfrazados de consejos que me daba Draco sobre dónde tenía que poner las decoraciones.
- Quedó hermoso incluso más que cuando lo acomoda mi madre.
- Obvio, lo hice yo y como soy hermoso todo me sale hermoso.
Solté una pequeña risa, con el tiempo comenzaba a acostumbrarme a esos comentarios que soltaba.
- Bien señor hermoso, nos falta decorar el patio de adelante de la casa.
Tome algunas cajas y Draco cargo el resto de cajas.
Una vez ya estábamos fuera, noté el frío que hacía eso significaba que pronto empezaría a nevar, amaba la nieve, pero no estaba tan abrigada llevaba un short una polera sin mangas.
- Linda ¿No tienes frío?
- Un poco si.
Noté como buscaba quitarse para darmelo y evitar que siguiera pasando frío.
- Tranquilo, voy a cambiarme a mi habitación y vuelvo.
Me acerqué a él y le di un corto beso antes de entrar de nuevo a casa.
Me daba algo de flojera alistarme bien así que me puse un pantalón de pijama y una camiseta manga larga, lo importante era estar calentita.
Cuando volví con Draco este ya había empezado a colocarle luces al árbol que daba a mi ventana.
- ¡Amor! Comenzaste sin mí.
- Te estaba esperando Linda.
- ¿Pero? Yo veo que ya empezaste - Dije riendo.
- Pero comencé a ver que había en las cajas y no soporté la tentación.
Me acerqué a él y lo abrace por la espalda.
-Ya me dio pereza ¿Y si me quedo así hasta que termines?
- Mejor, porque tienes un pésimo gusto decorando Linda.
- ¡Hey! - Lo golpee en la espalda y deje de abrazarlo.
El río y se volteó hacia mi dirección, me atrapó entre sus brazos.
- Solo bromeaba, Linda.
Yo rodé los ojos fingiendo estar molesta.
- Lo digo enserio, sabes decorar a pesar de que pongas las esferas del pino muy cerca la una de la otra.
El unió nuestros labios en un beso mientras me tomaba de la cintura, cuando de pronto alguien nos interrumpió aclarándose la garganta.
Dejamos de besarnos y volteamos a ver se trataba Thomas, este metió sus manos en los bolsillos de sus jeans.
