Don't forget me. [+18]

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Maraton 2/4

1996 [Detention in the forbidden forest]

Lyra Black.

Comenzaba a creer que la vida realmente la detestaba.

Ya fuera un dios encargado de su destino o una fuerza mayor, no importaba; la odiaba.

Lyra se negaba a adentrarse al bosque prohibido, tenia sus brazos cruzados y su mentón erguido mientras retaba con la mirada al marido de su madre.

El guardabosques del castillo la miraba con una sonrisa de oreja a oreja mientras le entregaba a cada uno cubetas de metal que servirían para desechar la mierda de las acromantulas; ella se negó a tomar la suya cuando el semigigante se acerco.

Severus Snape arqueo una ceja, Lyra lo imito.

—¡He escuchado mucho sobre usted, señorita Black, cosas muy buenas! —el semigigante se dirigió a ella con el respeto que todos debían tenerle —. Es un placer tener su presencia en Hogwarts, la mejor escuela de magia y hechicería del mundo... debe ser una jovencita muy inteligente, igual a su padre.

Lyra sonrió tensa; al menos Hagrid fue considerado y no comparó su inteligencia con la de Isabelle, no seria bueno para el guardabosques si la mencionaba, seguro él director lo echaría a patadas del castillo si hablaba sobre su madre; nadie debía de saber siquiera que alguna vez existió.

Muy pocas personas sabían que su madre estaba viva; muy pocos sabían la identidad de Isabelle, el apellido que también se entrelazaba con la sangre de Lyra.

Pero aun así, solía preguntarse como es que su madre había logrado desaparecer del plano y renacer como alguien completamente distinto, engañando a todo el mundo mágico y rehaciendo su vida como si nada.

Nadie le decía la verdad absoluta a Lyra; siempre hablando con acertijos y balbuceos, nada lo suficientemente claro como para comprender las cosas.

Era una Grinderwald, un apellido con mucho peso, y aun así, Isabelle logro algo imposible; consiguiendo lo que tanto deseaba: que la dejaran en paz, que la olvidaran. 

Sirius ni siquiera le daba la cara a Lyra, ni siquiera tenia el valor para decirle la verdadera identidad de su madre, solo aceptaba lo que Isabelle ordenaba y acataba a pesar de darle miradas llenas de un rencor que helaba la piel.

Escucho solo tres cosas a lo largo de su estancia en Grimmauld Place: que su madre se había suicidado, que Albus le había ayudado a huir o que había sido asesinada por los mortifagos.