Don't forget me. [+18]

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"Porque "amor" es una
palabra muy anticuada.
Y el amor te reta a qué
te preocupes por la
gente que está en el filo
de la noche.
Y el amor te reta a cambiar.
Nuestra manera de
preocuparnos por nosotros.
Este es nuestro último baile.
Estos somos nosotros.
Bajo presión".

1997, [The first truth is the easiest to digest]

Lyra Black.

Lyra respiró hondo.

Una y otra vez hasta creerlo suficiente.

No quería abrir sus ojos, aferrada en evitar enfrentar a la prensa dentro del ministerio que Neil convocó únicamente para ella.

Lyra lo había exigido, ella se reprendió por permitirse sentir esa ansiedad que la paralizaba, Lyra pidió esa oportunidad.

Abrió los ojos.

Elijah y Harry se encontraban frente a ella, esperaban a que ella reaccionara, que saliera de ese trance que solo la atontaba.

También pudo notar a unos pocos pasos, justo detrás de ellos, a su padre mirándola con una impotencia que la aturdía y no la dejaba pensar con coherencia.

Ella desvió la mirada.

-¿Sabes lo que dirás? -Elijah la cuestionó, Lyra agradecía que a pesar de que él no ocultaba su preocupación por ella, era capaz de darle el espacio que necesitaba, de tratarla correctamente para no agobiarla -, Mi padre ha ascendido como ministro; todos lo esperan a él, no saben sobre tu intervención en la prensa... mucho menos saben sobre...

Lyra sintió la bilis en su garganta.

-No diré nada sobre mi secuestro -ella confirmó, mirandolo con frialdad -, Dile a tu padre que no se preocupe, yo tampoco quiero que me aturdan con ese tema.

Elijah suavizó su rostro.

-Es por tu bien. La gente que trabaja en "El Profeta" no son personas de fiar, usarían esa información si en algún momento la gente de Voldemort llega a ellos con amenazas.

Ella no respondió, tenía la mirada intensa de Elijah, de Harry y su padre; sabía que intentaban descifrarla, era la primera vez que la veían desde su regreso a Grimmauld Place después de la traición que había recibido por parte de Sienna.

Recordó las palabras de su padre que había ignorado, aferrada a su deseo por vengarse; y aún así, a pesar de notar la molestia en los ojos d su progenitor, las peticiones de Sirius no cambiaban nada de sus decisiones. Sirius no podía convencerla en ser menos cruel; nadie podía engatuzarla, nadie podía venderle el cuento de la justicia divina.