Don't forget me. [+18]

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"A veces eres una extraña en mi
cama, no se si me amas o
me quieres muerto.
Me alejas, me alejas.
Luego súplicas que me quede.
Algunos días eres lo mejor en mi
vida, a veces cuando te miro, veo
a mi esposa, luego te conviertes
en alguien que no conozco.
Hay algo en la forma en la que
me miras a través de mis ojos.
No sé si voy a salir con vida".

Maratón 1/4

1997, [How did we go from being best friends to punching you in the face for being an idiot?]

Mattheo Riddle.

Él no sabía por qué se involucraba en asuntos que no le concernían.

Pero algo dentro de su pecho, una punzada dolorosa, no soportaba la idea de ver a Lyra comprometida con alguien más.

Mucho menos si esa persona era su primo.

Mattheo ni siquiera toleraba verla junto a Potter, y sin entender la razón, le asqueaba saber que alguien más había probado los labios de Black. Era estúpido.

Pero ese pensamiento no se había salido de su cabeza desde hace semanas atrás, en dónde al parecer, Black y Potter fueron vistos juntos en el puto almacén de las mazmorras.

Y ahora, el veía como Lyra tomaba a su hermana de su cabello rubio y jalaba de el hasta detenerla. Estaban justo frente a la gárgola que daría paso a las escaleras del despacho de Albus Dumbledore; y ese corderito no había podido elegir peor lugar que este para iniciar una pelea.

Mattheo tenía claras dos cosas:

Uno; no permitiría que Lyra lastimara a su hermana.

Dos; no permitiría que su hermana lastimara a Lyra.

Él quería llegar a ellas y separarlas, aprovechar la situación para tomar a Black y llevársela lejos de todos, aprovechar esa oportunidad para volverse más... cercano a ella.

Pero observó como Lyra volvía a alzar la palma de su mano y la impactaba con una fuerza anormal en la mejilla de Sienna, girando su rostro por el impacto y desestabilizandola.

Él maldijo.

Por qué entonces, Sienna tomó un impulso con su mano y le regresó la bofetada a Black, tambaleandola hacía atrás por eso.

Mattheo aceleró el paso, furioso por lo que ambas ocasionarían con esa pelea que no las llevaría a nada. De reojó notó como la gárgola se hacía a un lado para abrirle el paso a la profesora Mcgonagall, así como Potter llegaba a su lugar con el rostro rojo, colérico porqué sabía sus intenciones.