Capítulo 32

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1994.

Sandrine estaba embarazada de nuevo, pero a los mellizos no les gustaba la idea. Estaban en casa de los papás de Sandrine.

—¿Cómo va el embarazo? —preguntó Katrina.

—Hasta ahora todo bien —contestó Sandrine.

—Qué lindo que van a tener otro hijo —sonrió Grace.

—Mami y papi nos van a dejar de querer —celó Emily.

—Mi vida, ya les dijimos varias veces que no vamos a hacer eso —dijo Liam.

—Les vamos a dar mimos a los tres, no va a cambiar nada —aseguró Nigel, quien tenía a Keegan sobre su pierna. El nene estaba muy serio, y entonces su abuelo empezó a hacerle caballito con la pierna. El nene empezó a reír.

Noel, su mujer y su mamá estaban en lo de Isabelle. Le seguían hablando a Jenna sobre su papá. La nena ya tenía tres años.

—Tu papá todavía no volvió a la ciudad, pero te manda saludos —mintió Noel.

—Y hay otra cosa, tenés dos hermanos y bueno, ahora vas a tener otro —comunicó Peggy.

—¿En serio? ¿Cómo se llaman? —preguntó Jenna con curiosidad.

—Keegan y Emily —contestó Natasha—. Son mellizos. Del que está por nacer todavía no sabemos si va a ser nene o nena.

—Tenés muchos hermanos, ya vas a conocerlos —dijo Isabelle dandolé un beso.

—¿Tienen fotos? —preguntó la nena.

—No, para la próxima te traemos —prometió su tío Noel.

—Qué bueno que no siente celos —dijo Richard.

—Mis otros nietos están celosos de su futuro hermano o hermana —contó Peggy—, ya lo van a querer.

—Ma, ¿y el tío y la tía por qué no tienen hijos?

—A lo mejor no decidieron todavía.

—¿Por qué?

—Pasa que no es que la gente se pone de novios o se casa y ya tienen hijos —explicó Elena—. A veces no se sienten preparados.

—Tu abuela tiene razón, pero ya te vamos a dar primos algún día —prometió Noel.

***

Una noche, Isabelle fue al cumpleaños de una amiga: Clara. Las dos estaban sentadas en unas sillas hablando con otros amigos. Había mucha gente y todos hablaban con todos. Se servían comida de la mesa. Un chico miraba a Isabelle, que ahora estaba sola. Él estaba hablando con otras personas y luego se le acercó.

—Hola, creo que no nos saludamos —dijo el joven, y ella lo miró.

—Hola —lo saludó con una sonrisa—, no, creo que no, es que hay mucha gente. ¿Cómo te llamás?

—Stanley, un gusto —se presentó.

—Igualmente, yo soy Isabelle. Nunca te vi en los otros cumpleaños de Clara.

—Es que recién este año nos hicimos amigos —aclaró Stanley—. Soy compañero de ella en su facultad. ¿Vos qué hacés?

—Estoy en 4to de medicina y trabajo de secretaria. Soy madre soltera, tengo una hija —contó.

—Veo que no la trajiste —notó.

—La dejé con mis papás. Pasa que no hay otros chicos acá y capaz que se aburría. Cumple cuatro este año. —Siguieron hablando, y luego Stanley le pidió su número para invitarla a salir. Ella aceptó y otro sábado fueron a un bar.

Tu hijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora