Capítulo 33

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Noel y su mujer se juntaron un día con Isabelle y su novio. Jenna se quedó con sus abuelos, ya que su mamá y Stanley iban a tener una charla con sus amigos. Estaban en un bar. Isabelle y Stanley hablaban de cómo se conocieron y que la familia de Isabelle lo aceptó rápido. Stanley dijo que su novia le había contado de la situación de su hija Jenna.

—Perdón, pero me cuesta creer que un padre abandone a un hijo —dijo Stanley.

—A mí tampoco me gusta lo que está haciendo Liam, pero te voy a pedir que no hablés mal de mi hermano todo el tiempo y menos en frente de Jenna.

—No te preocupés, Isabelle me pidió lo mismo. Yo tampoco quiero que Jenna tenga resentimiento contra su papá. Ojalá puedan conocerse pronto.

En lo de Liam, él y su mujer estaban en la pieza viendo una película en VHS. Los nenes estaban en su pieza. La cuna también estaba ahí y se acercaron a ver a su hermano.

—Está dormido —dijo Keegan en voz baja.

—¿Qué pasa si le sacamos el chupete?

—A ver. —El nene estiró su bracito y agarró el chupete. Tiró fuerte y se lo sacó. Liam alcanzó a ver, y él y su mujer salieron de su pieza. A todo esto, Lester ya se había largado a llorar. Entraron a la pieza de los chicos.

—¡Poneseló, poneseló! —gritó Emily con miedo. Su hermano trató de volverle a poner el chupete pero Lester sólo lloraba. Sandrine lo alzó.

—Vení, mi chiquito, no llorés más —le habló mientras lo mecía.

—Vi cómo le quitaron el chupete. ¿Por qué hicieron eso? —preguntó Liam enojado.

—No queríamos hacerlo llorar —se defendió Emily.

—Estábamos jugando –agregó Keegan.

—Pero está muy mal lo que hicieron —los retó Sandrine. El bebé se iba calmando—. Ya pasó, ya pasó.

—Vengan los dos, —dijo agarrandolós de las manos—, van a estar en penitencia. —Los nenes lloraban mientras se los llevaba fuera de la pieza.

—¡No, no, papá, perdonanos, no lo hacemos más! —suplicaban llorando.

—Lo mismo —dijo Liam decidido. Llegaron al comedor y los puso en un rincón contra la pared. Volvió a la pieza. Sandrine estaba caminando de acá para allá con el bebé.

—Ya se volvió a dormir.

—Dameló. —Su mujer se lo pasó—. Pobrecito, lo despertaron.

—Lo bueno es que no me cuesta nunca hacerlo dormir. —Liam lo mimaba un poco, le dio un beso y lo puso de vuelta en la cuna. Cinco minutos después, fueron los dos al living y alejaron a sus hijos de la pared. Estaban sollozando.

—Bueno, ya está, ya pasó —los consoló Liam. Su mamá les secaba las lágrimas.

—¿Ya no están enojados? —preguntó Emily inocentemente.

—No, pero no vuelvan a molestarlo —dijo Sandrine.

—No queríamos hacerlo llorar —dijo Keegan.

—Ya pasó —les aseguró Liam. Él y su mujer abrazaron a sus hijos.

Más tarde, fueron a visitarlos los abuelos y la tía May. Los nenes corrieron hacia ellos, y su abuela y su tía les hicieron upa. Sandrine trajo a Lester de la pieza y se lo dió a su papá. Se sentaron en la mesa.

—¿Se siguen portando bien con su hermano? —preguntó Katrina.

—Recién se portaron mal con él —contó Sandrine—, pero ya no importa.

—Le sacaron el chupete, querían jugar y lo hicieron llorar —agregó Liam.

—Ahora saben que no lo tienen que hacer —dijo Nigel.

—No —dijeron los nenes al mismo tiempo con la cabeza agachada.

—A otra cosa —dijo May, y sacó una pelota de su cartera—, miren lo que les traje. —Sus sobrinos se alegraron, y uno de ellos la agarró.

—¡Gracias, tía! —exclamó el nene.

—Vení a jugar con nosotros —pidió Emily. May salió junto con sus sobrinos y jugaron en el patio, mientras los demás se quedaron adentro charlando.

Una hora después volvieron a entrar, y Liam los llevó a lavarse las manos. Sandrine puso a hervir el agua y tomaron el té con unos muffins.

***

Noel y Natasha estaban en su casa. Ambos estaban recostados en el sofá. Noel la tenía abrazada.

—¿Te gustaría que fuera nena o nene? —preguntó Natasha.

—Me da igual, yo no puedo esperar a que me digás que estás embarazada —dijo mimandolá. Ella lo acariciaba, y Noel le besaba la otra mano.

—A lo mejor te doy mellizos también o trillizos.

—Y que sean como vos. —Su mujer se rió levemente, luego se puso seria.

—Y así de paso Liam deja de molestarme. Perdón, me lo encontré el otro día en el súper.

—¿Qué te dijo ahora?

—Lo de siempre, que colaborara más, que nunca tengo ganas y que seguramente sigo tomando la pastilla a tus espaldas.

—No le hagás caso, ¿sí? Está diciendo muchas incoherencias, los dos sabemos que nada de eso es verdad.

—Sí, pero me ofende mucho. No le hice nada para que me hable así.

—Bueno, bueno. —Le dio un beso—. No pensés más en eso. —La miró a los ojos, ella le sonrió y también lo besó.

Tu hijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora