Te conocí en Buenos Aires, bajo la sombra de los viejos edificios, con el canto de los aves a nuestro alrededor, la brisa de la lluvia mojando nuestros cuerpos y el destino acompañándonos.
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Estuve evitando a Bianca los últimos días, me sentía mal de solo pensar en ella y el enorme secreto que yo le estaba guardando.
Habíamos quedado que ya no más secretos, pero ¿Cómo le explicaba que me la había pasado los últimos días refugiada en la poesía del profesor que ella más detestaba?
Y aun me perseguía la vergüenza de tremenda escena que le había armado la otra noche después de una crisis.
Emilia la loca, así me llamare ahora.
Sentí un fuerte ardor en mis dedos, recién me había percatado que había llegado demasiado lejos al morderme las uña y ahora realmente me había lastimado yo sola, la piel me ardía y corrí a lavarme las manos.
Al salir del baño Esteban me miro curioso y observo con cuidado mis manos, tomo un par de curitas y las coloco con sumo cuidado en mis falanges para después repartir pequeños besos en estas.
-Me parece surreal que me odiabas y ahora besas mis heridas-
-Es lo único que deseo hacer.
Sonreí y me enrollé un su brazo, recostados en ese sofá de su apartamento mientras de fondo pasaba una horrible serie de comedia en la televisión que el miraba con mucha atención. Esteban tenía un pésimo gusto para los programas de televisión, aunque yo no lo juzgaba porque mi película favorita era Cars.
-¿Qué te aturde?- me pregunte a lo que yo negué con la cabeza y él se limitó a suspirar.
Limito, me agradaba que la mayoría del tiempo el respetara mis espacios.
Había muchas cosas que me gustaban últimamente como sentarme en ese sofá azul marino, platicar por horas con el, buscar recetas en internet y acariciar el gato de Bianca.
-¿Viste lo que envié por mensaje?- yo negué con la cabeza -Es un curso que estas dando cerca de tu casa, es algo relacionado a la fotografía.
-No tengo dinero.
-Yo te puedo prestar algo.
Esteban no estaba enamorado de mi, aunque se esforzaba y eso me hacia sentir cosas porque nunca alguien se había esforzado así por mi.
Esteban escuchaba las cosas que yo le decía, prestaba atención a todo y lo había visto anotar algunas de esas cosas en su celular para después decirlas.
Afuera llovía, lo que me hizo que me pegara más al cárdigan de estambre que una vez me hizo mi abuela y que a el parecía causarle gracia.
Para la noche me llevo a mi departamento en su auto recuperado, pero dejándome a una calle de distancia, como lo había hecho estas últimas dos semanas en donde yo me escondía como un pequeño ratón y el e seguía el juego.
Al entrar a mi piso noté a una chica asiática sentada en el sofá, le di una pequeña sonrisa la cual ella respondió con otra.
Nos parecíamos bastante en carácter solo que ella no tenia los problemas mentales y me agradaba más de lo que yo misma me agradaba.
Era esa chica que Bianca había conocido esa noche en donde me bese con uno de sus amigos y que últimamente se aparecía en mi casa abrazada de la rubia.
Hasta el momento no me incomodaba o desagradable.
De pronto note unas manos jalarme de las costillas y choque con la mirada criticona de mi nueva "amiga" estábamos en proceso de convertirse en mi amiga.
-¿Dónde estuviste?
-Por ahí.
Ella sonrió, de forma coqueta y cómplice para después buscar a su chica y hablar -te dije que esta saliendo con Mat y no lo quiere decir.
Ah como decías pelotudeces Bianca, me toca aguantarte.
Me escondí en mi alcoba donde me esperaba el pequeño Cerati maullando y lo abracé con cariño, él era mi mejor amigo y mi animal espiritual porque por ratos quería ser mimado y por otros te lanzaba tremendo arañazo.
Me quede un rato haciendo lo que me faltaba de tarea, Esteban me había ayudado bastante hace rato y también me había brindado un poco de su apoyo al momento de estudiar para mi próximo examen, incluso me presto un libro.
Por primera vez es mucho tiempo no me sentía tan perdida, aun estaban presentes y frescos las terribles memorias, pero no me sentía tan derrotada cuando veía a ese profesor de teatro, cuando miraba a Bianca hacer alguna ridiculez o cuando Sofi Lara me enviaba tiktoks que claramente me gustaría.
Bianca compro hace dos días una bajilla nueva, era de color gris y dijo que era mía porque me urgía adueñarme de cada espacio en el departamento.
Mi teléfono sonó y yo respondí.
-¿Bueno?
-Hola Emilia, soy tu padre y te quería pedir tu asistencia para una cena que daré en mi hogar con algunos amigos. Serán mi esposa, sus dos hijos y yo.
-Acepto.
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Holaaaaa.
Prepárense porque el próximo capitulo y el final del maratón se viene largo y profundo.
