Pov Bianca.
No me gustaban las mentiras ni los engaños, no existía cosa que yo aborreciera más que dicho acto.
La mentira llevaba consigo un sinfín de elementos que la construir, desde una desconfianza dirigida a la otra persona hasta una vergüenza por a realidad y si los sentimientos eran tan fuertes podían culminar en una venganza.
Todas las personas malas que yo conocía alguna vez habían metido a personas que decían amar.
Mi padre, el párroco de la iglesia en donde crecimos mi familia y yo engaño a mi madre hace unos años con una estudiante tres años mayor universitaria.
El profesor que daba clases en mi secundaria había engañado a toda la escuela con a imagen de un ser humano intachable cuando en realidad era una escoria asquerosa que lastimaba a algunas alumnas.
Mi vecina de cuando era infante engañaba a los pequeños gatos de la colonia con falsos mimos para después terminar envenenando la comida que ella les ofrecía.
Yo había engañado por muchos años a mis padres perpetuando una autoimagen idealizada inexistente, carente de originalidad y embriagada de un miedo y sentimiento de vergüenza por quien yo era.
No me gustaba que me mintieran ni que me engañaran, no había cosa que yo despreciara más que dicho acto, el propio Dante estaba de acuerdo conmigo al predecir que el mayor pecado que se podía cometer en este mundo terrenal era el de la traición.
Yo odiaba la falsedad.
La puerta sonó, note lo pálida que se había puesto Emilia, sus ojos se abrieron más haya de lo que estos hacían y pude sentir una vibra extraña tomar lugar en nuestro hogar.
¿Qué sucedía?
-Bianca por favor- voltee y note detrás de nosotras a la chica que me había conocido hace apenas unas semanas.
No pude evitar darle una mirada gargareada de repudio que emulaba a la que los padres les daban a sus vástagos después de que ellos cometieran una falta a la moral y a la ética o un simple error.
-Bianca por favor- yo negué con la cabeza señalando con el dedo, deseaba mucho que ella se fuera porque realmente me había desagrado su comportamiento. Crecí en una familia cristiana tradicional, ese tipo de familia en donde el hombre de familia es todo un macho que trabaja todo el día y engaña a su esposa con la secretaria o alguna chiquilla muy joven que este en la oficina.
Mi madre era la típica mujer sumisa, subyugada a su hombre el cual aceptaba todo tipo de tratos por parte de este y lo priorizaba antes que a sus hijos.
Se suponía que el hombre que me había dado la vida le había prohibido a ella tener algún tipo de contacto conmigo, mi nombre estaba prohibido en las paredes de aquella casa a la que alguna vez llame hogar y absolutamente nadie recordaba algo de mi.
Hasta ahora.
Pero esta mujericta que estaba frente a mi me había mentido, normalmente intentaba comportarme como una persona amable y cariñosa, como me hubiese gustado que fueran ellos conmigo, pero realmente había llegado a mi limite.
La asiática se arrodillo en el suelo mientras rogaba y yo negaba con la cabeza, detestaba tener este tipo de actitudes, pero yo debía de establecer mis límites.
Después de que se fuera mire con atención a Emilia, mi querida amiga lucia verdaderamente nerviosa, tenia la piel algo pálida y podía nota el sudor caer de su frente.
Sus manos se movían de forma errática creando pequeños círculos sobre sus palmas y su pie derecho golpeaba con fuerza y rapidez el suelo, ella mentía.
-Emilia ¿todo bien?
-Si- respondió de golpe, abrupta y eso me hizo crear un millar de teorías en mi cabeza.
-¿Por qué estas tan nerviosa?- le cuestione.
-Jamás te había visto tan molesta-
Decidí creerle, ella me había relatado hace días la historia de sus padres, me había dado el honor de velar por su gran secreto y la razón del porque no estaba en Chile. Habíamos prometido que ninguna mantendría un secreto para la otra y decidí aferrarme a dicha idea, Emilia era una buena persona que a veces necesitaba su espacio, pero mentirosa jamás.
Además, ella era mi amiga, se supone que los amigos no se ocultan cosas entre si así que opte por creer su explicación.
Cerati estaba algo nervioso y ansioso, caminaba afuera de la puerta de Emilia y maullaba desesperadamente cosa que me hizo dudar.
-Bianca- susurro ella, me miraba a los ojos -Yo jamás te ocultaría algo-
Hola, hola.
¿Cómo están? ¿Qué les pareció este capitulo? Amo escribir desde la perspectiva de Emilia pero también esta bonito experimentar un poquito.
Aviso parroquial.
1)Es probable que me tarde un poquito más en publicar porque acabo de iniciar mi servicio social de la uni y el tiempo ose me acorta un poco :c
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Adioooooooos.
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ᴛᴇ ᴄᴏɴᴏᴄÍ ᴇɴ ʙᴜᴇɴᴏꜱ ᴀɪʀᴇꜱ.//ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ ᴋᴜᴋᴜʀɪᴄᴢᴋᴀ
FanfictionTe conocí en Buenos Aires, bajo la sombra de los viejos edificios, con el canto de los aves a nuestro alrededor, la brisa de la lluvia mojando nuestros cuerpos y el destino acompañándonos.