Te conocí en Buenos Aires, bajo la sombra de los viejos edificios, con el canto de los aves a nuestro alrededor, la brisa de la lluvia mojando nuestros cuerpos y el destino acompañándonos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El viejo marinero no sabe con exactitud donde se encuentra parado, incluso se comienza a cuestionar sobre la existencia de su fiel acompañante canino.
Hay un montón de botellas de marcas extrañas completamente vacías en el camarote, acompañadas de un pequeño charco de vomito y un montón de equipaje perdido.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Esteban adulto.
No tarde mucho en darme cuenta lo mucho que me gustaba el mundo del teatro, detrás del viejo taller metalúrgico que poseía mi padre donde me la pasaba las tardes de primavera jugando con los muñecos y pequeños carros que podría tener cualquier niño de clase media en aquellos años.
Siempre me sentí diferente, extraño a los demás y en general a cualquier cosa que me rodease.
No era algo fácil de notar, era algo que se escuchaba entre murmullos en los pasillos del colegio en el que me habían metido mis padres, en las miradas de los amigos de mis progenitores y en el constante rechazo que sentía por mí mismo.
Sin embargo, eso no me limito a vivir una infancia plena o feliz, mis padres que con normalidad eran cariñosos, aunque un poco estrictos y que me formaron las persona que soy hoy en día; un hombre fuerte y valiente.
¨No gracias, no soy bueno jugando al fut¨ era algo que mencionaba con bastante vergüenza cuando los niños de mi salón de forma forzada por el personal de maestros o sus propios padres me invitaban a jugar aquel deporte tan popular en Buenos Aires que si bien, me era sumamente agradable a la vista, mi habilidad con el balón se limitaba a un par de patadas descoordinadas.
Tampoco destaque em los demás deportes como el americano o el rugby, en el verano mi padre me compro una guitarra acústica que termino siendo para mi hermanada por mi nula capacidad.
Jamás fui bueno intentando aprender nuevos idiomas, las estructuras gramaticales no entraban a mi mente o las matemáticas, donde tuve que ver como la mitad de los rechazos sociales en el salón eran realmente buenos con los números y yo con suerte podía hacer una división con punto decimal sin equivocarme.
