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Tomar fotografías siempre me conecto de una forma especial con cada persona que yo conocía, cuando vivía con mis abuelos en las reuniones familiares me ayudaba a sentirme importante.

Las cenas se sentían como un cálido abrazo para el corazón, sobre todo esas de domingo que mi abuelo decidía realizar un asado en el jardín que terminaba involucrando desde a mi abuelo que se esforzaba al máximo por ponerle carbón hasta el infante más pequeño que hacía reír a todos con sus ocurrencias.

Al finalizar yo me acomodaba en el lugar correcto y rutinario para esto, detrás de un enorme árbol y después de colocar mis materiales como mi tripie terminaba por acomodar a todos los integrantes para después capturarlo en una imagen.

Eran buenos recuerdos, todos hablábamos de cosas normales como algún partido de futbol, el nuevo cotilleo de las estrellas de la televisión, alguna habladuría de una vecina o sobre algo estúpido que nos había sucedido en la semana.

Todo se sentía correcto, si bien eran reuniones un tanto superficiales era algo que poco importaba, estábamos los seres queridos y se sentía.

-Emilia, ve por una botella de vino a la cocina- me ordenó Lorena con una enorme sonrisa.

Yo asentí y seguí las indicaciones caminando hasta donde se me había pedido, la casa de mi padre era verdaderamente grande.

Poseía tres plantas en donde la primera destacaba por la cocina, la sala de estar, una habitación de visitas, un par de baños, un enorme comedor y lo que parecía ser el estudio de mi progenitor.

Había una habitico extra en el primer piso, por lo que decidí no lastimarme más y me limite a la idea de explorar lo que restaba de dicho lugar.

El piso era de caoba perfectamente lucida, generaba ese característico eco al pisar y en las esquinas chillaba ligeramente.

Era una casa parecida a la que veía en las series, con unas enormes escaleras de madera que mantenían un imponente barandal reluciente de limpio y que cada rincón expulsaba una sensación de perfección.

Tome la botella entre mis manos y regrese a la sala de estar en donde estaban todos los invitados de esta reunión hablando cálidamente entre ellos, deje la botella cerca de la chimenea y me pegue a la espalda para rascar con tímides mi hombro derecho.

El horrendo vestido verde pastel me picaba, la tela era bastante áspera al tacto y me había producido unas pequeñas ronchas en mi hombro izquierdo, pero Lorena me había obligado a colocármelo después de que mostrara un gesto de disgusto al ver los jeans con lo que había llegado.

A veces Lorena era muy expresiva, demasiado que rebasaba los limites del respeto para con otras personas, sobre todo con la hija de la amante de su esposo.

Me habían presentado a algunas personas y si bien lucían bastante importantes e interesadas, apenas me habían dado un simple saludo y continuaban con lo suyo.

ᴛᴇ ᴄᴏɴᴏᴄÍ ᴇɴ ʙᴜᴇɴᴏꜱ ᴀɪʀᴇꜱ.//ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ ᴋᴜᴋᴜʀɪᴄᴢᴋᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora