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Camine por los pasillos de la universidad bastante cansado y con la mirada clava en el suelo, pensaba en los mil pendientes que tenía por realizar

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Camine por los pasillos de la universidad bastante cansado y con la mirada clava en el suelo, pensaba en los mil pendientes que tenía por realizar.
Las obligaciones y responsabilidades me estaban matando.
Había sido incapaz de poder escribir algo de la obra de teatro que llevaba ya dos años escribiendo y que poco o nada quedaba por terminar, más haya de simples correcciones.
Sin embargo, yo mismo me había autosaboteado intentando hacer mil y un cosas con tal de evitar darle ese punto final que tanto me pedía el guion.
-Profesor, vengo a entregarle mi justificante para poder hacer mi examen- escuché.
Al voltear noté a una de las alumnas del seminario que estaba dando a los grados mayores. De sus manos me extendía una hoja blanca con un pequeño sello rojo en la parte superior y la firma del director.
Tome la hoja, la leí de forma rápida y superficial y asentí con la cabeza.
-Habla con tu coordinador para que te asigne a vos la fecha de tu examen- le dije firmando la hoja en el lugar correspondiente y me fui.
Era un profesor estricto más no estúpido y entendía perfectamente que mis alumnos podían enfermarse o problemas familias de vez en cuando, más no la mitad de curso.
Llegué a la facultad de artes escénicas de la universidad y no tarde mucho en llegar a mi salón correspondiente.
Realmente me desagradaba dar clase pero era algo fácil y sencillo, sin mucho riesgo a decir verdad.
-Jóvenes, buenas tardes-
Mis alumnos eran unos incompetentes, me cuestione internamente como es que les había explicado el tema de forma lenta y de manera ordenada y ninguno entendió.
Me senté en el sofa de la sala y comencé a parlotear el monólogo que venía en el programa.
Me lo sabía de memoria, como cualquier texto que pasara por mis manos y con una facilidad natural evoque sentimientos y emociones en mi diálogo, cambiando el timbre de mi voz a uno mucho más profundo e incluso me atrevería a decir agrio para reforzar la personalidad de mi personaje.
Al terminar con mi excepcional trabajo escuché los aplausos de los presentes  y las luces se encendieron cegandome por unos segundos.
-Así es como se tiene un control de cuerpo muchachos, hasta la próxima clase.
Tomé mi viejo portafolio marrón de piel algo desgastado, pensaba irme hasta que una pequeña muchacha llamo mi atención.
Jamás la había visto en esta clase, tenía el cabello negro rozando sus hombros y se veía un poco descuidado y seco.
Su nariz que tenía la pequeña cicatriz de alguna perforación era respingada y con el puente alto.
Enormes y redondos ojos negros que carecían de brillo o algún aspecto especial.
Una corriente campera verde militar y era incapaz de poseer algún atisbo de personalidad o elegancia.
Mi siquiera podía denominarse como una muchacha desagradable, era tan común con una apariencia tan poco ambiciosa.
-¿Quién es el?- pregunto con voz adormilada y perezosa a una de mis alumnas más irresponsables de todos mis años como profesor.
-Soy Esteban Kukuriczka.

-Soy Esteban Kukuriczka

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ᴛᴇ ᴄᴏɴᴏᴄÍ ᴇɴ ʙᴜᴇɴᴏꜱ ᴀɪʀᴇꜱ.//ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ ᴋᴜᴋᴜʀɪᴄᴢᴋᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora