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Ver bailar a la muchacha de cabellos rubios era algo bastante común, movía sus brazos de forma poco rítmica, su cadera algo torcida y sus pies sin control pisando el suelo

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Ver bailar a la muchacha de cabellos rubios era algo bastante común, movía sus brazos de forma poco rítmica, su cadera algo torcida y sus pies sin control pisando el suelo.

Era una clase de ritual que tenia la chica cada mañana, en donde enredaba sus dedos entre si cerrando los ojos y dejando su anatomía hondear entre el aire.

El pequeño Cerati y yo ya estábamos acostumbrados, era una rutina a la que nos veíamos sometidos cada día y para ser honesta si esta cambiara me haría cuestionar más sobre la salud mental de mi "amiga".

"Amiga" una palabra bastante fuerte para el paladar, tenia mucho que no tenía alguna, desde que vivía en mi otra casa.

La canción termino y se escuchó los aplausos erráticos y llenos de alegría acompañados de una risa llena de éxtasis.

Bianca sonrió con emoción e hizo una reverencia como si estuviera frente al público del Teatro Colón y no en la sala con sillones viejos y desgastados.

-Dale flaca que lo haces precioso- dijo Nami.

Nami, la chica que el otro día conocimos en ese bar de mala muerte y que últimamente sus suspiros se la pasaban cerca de los labios de Bianca.

Bianca tenia esta extraña coreografía, una rutina de baile que cuando llegue ella la practicaba en su cuarto por vergüenza peor que con los días le dio asilo en la sala de estar, notar a esa chica asiática sentada en el suelo abrazando una almohada admirando a mi compañera me dio un pequeño apretón en el corazón.

Nami la miraba como si su cabello rubio en realidad fuera de oro, como si los ojos azules fueran unas enormes joyas y como si tu petulante voz fuera el canto de una soprano.

Bianca era perfecta para los ojos de Nami y eso en parte me daba un poco de paz hasta que.

"Ring, ring"

Hasta que eso sucedía, cuando el teléfono de casa empezaba sonar y parecía que a todos incluyendo al gato nos colocara en un sentimiento de alerta extrema.

Era viernes y toda la semana el teléfono había sonado.

El lunes lo respondió ella sin saber que cometería un enorme error pues detrás de la línea se podía percibir la voz de su madre llamándola en quejidos.

El marte yo tome la llamada, con la misma respuesta.

Mi abuela en esa situación haría una reunión entre madre e hija secreta con la idea de que estas volvieran a crear algún vinculo que verdaderamente era inexistente y terminaría en un verdadero caos.

Lo bueno es que yo no era ella y no era que no me importara, pero no era mi responsabilidad involucrarme en problemas familiares de mis compañeros cuando apenas podía sobrellevar los míos.

Yo podía ofrecerle un abrazo para llorar peor hasta ahí, no tenía ninguna obligación ni mi problema era y no debería de hacer algo que podría terminar por crear problemas.

ᴛᴇ ᴄᴏɴᴏᴄÍ ᴇɴ ʙᴜᴇɴᴏꜱ ᴀɪʀᴇꜱ.//ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ ᴋᴜᴋᴜʀɪᴄᴢᴋᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora