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Estaba sentada en la mesa de madera de color verde oliva que en el centro poseía un horrible jarrón blanco con flores violetas mal dibujados a su alrededor

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Estaba sentada en la mesa de madera de color verde oliva que en el centro poseía un horrible jarrón blanco con flores violetas mal dibujados a su alrededor.

Mi tía me daba la espalda mientras lavaba un par de platos y una canción sonaba de fondo, su largo cabello negro rizado caí por la espalda recordándome lo fuerte que era el gen Diaz tan poco atractivo en ella, carente de chisme o algún distintivo entre los demás.

Era algo característico de mi abuelo, la mayoría de los Diaz no teníamos una belleza o fealdad particular, éramos especialmente comunes y tan carentes de magia que de ahí mismo nacía la magia.

Me quede en silencio, mirándola con atención; en especifico la suela de sus zapatos que se movían con fuerza contra el suelo, estaba nerviosa, lo sé y la conocía lo suficiente como para saber que ella no soltaría la más mínima palabra en primer lugar, por lo que decidí tomar la iniciativa y comenzar a hablar.

-Mi prima, está en Buenos Aires en el hospital.

-¿Qué? ¿Cómo que está en Argentina? Hemos estado desesperados buscándola.

-Supongo que fue a buscar a Enzo.

-¿Enzo está en Buenos Aires contigo? Es el colmo.

-No está conmigo, pero.

-¿A eso has venido? A Pavonearte que te fue a buscar, eres una desgracia para esta familia.

-Yo no venía a eso, yo la estoy pasando mal en Buenos Aires y buscaban algo de

-Largo de la casa- hablo señalando con su mano regordeta la puerta y un vacío me golpeo el estómago.

Me levante de la silla, la mire y sin nada de dignidad me hinque en el suelo frente a ella, rogando por un atisbo de misericordia celestial.

-Tía somos familia, por favor déjame quedarme, necesito a mi familia.

-En mi familia no hay asesinos.

Empecé a llorar desesperada, cubriendo mi rostro con las manos y con la horrible sensación de no poder respirar de forma correcta, mis tímpanos hacían ese molesto ruido, mi vista se nublaba y mis manos temblaban.

-No soy una asesina, yo no quería que las cosas sucedieron así.

-¡Una maldita desgraciada que asesino a todos!- tomo una pausa la mujer - ¡Todo esto es tu culpa!-

De pronto y como si de una tétrica película de terror se tratara ella tomo el bolso que cargaba mi cámara, la correa se escapa de sus manos y admire como se estrella contra una pared acompañado de un grito.

La vieja cámara que me regalo mi abuelo ya no existía, murió, falleció y no supe que hacer.

Ella no sabia de que la cámara estaba ahí, lo supe al ver su rostro que rápidamente se teñía de blanco y como llevaba sus manos a sus labios completamente sorprendida, rápidamente sus ojos buscaron los míos y reconocí arrepentimiento en su mirar.

ᴛᴇ ᴄᴏɴᴏᴄÍ ᴇɴ ʙᴜᴇɴᴏꜱ ᴀɪʀᴇꜱ.//ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ ᴋᴜᴋᴜʀɪᴄᴢᴋᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora