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No sé cómo iniciar esta búsqueda implacable

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No sé cómo iniciar esta búsqueda implacable. Quizás, si levanto las piedras que cubren mi corazón, o si grito su nombre a los cuatro vientos, ella aparezca como un fantasma frente a mí. La esposa de mi padre se marchó de esta casa, y aunque la vi salir con las maletas, la sensación de vacío que dejó fue mucho más profunda de lo que imaginé. Nunca pensé en vengarme de ella; sin embargo, al observarla marchar, dejando la huella de sus pasos en la alfombra, un inexplicable hueco se instaló en mi pecho.

La culpa se enredaba en mis pensamientos como una serpiente, y no podía evitar preguntarme si, de alguna manera, era responsable de su partida, la culpable de que se fuera y dejara a mi padre, destruyendo la felicidad de un hombre que, hasta entonces, había sido mi refugio. Después de todo, yo era la hija bastarda que había irrumpido en sus vidas, la prueba de que la felicidad no siempre es un camino recto.

—¿Podrías ayudarme con mis cordones? —preguntó la pequeña, su única hija con él, extendiendo sus piecitos hacia mí con una mirada inocente. Me agaché y le hice lo que pedía, sintiendo el calor de su confianza. —¿Podrías llevarme más tarde al parque y por helado?

—Sí —respondí, esbozando una sonrisa a pesar de la tormenta interna que me consumía.

La niña sonrió, su alegría desbordante, y corrió a buscar su abrigo antes de salir conmigo. Me senté en una banca del parque, vigilando que no se alejara demasiado. Observé cómo corría de un lado a otro, moviendo sus coletas con alegría, saltando por el césped hasta que una voz me llamó la atención.

—¿Emilia? —Al alzar la mirada, el mundo pareció detenerse. Era Bianca, y su presencia me llenó de una mezcla de ansiedad y nostalgia.

—Bianca —respondí, sintiendo una punzada en el estómago. Antes de que pudiera reaccionar, ella me abofeteó, y el ardor en mi mejilla me hizo parpadear. Al abrir los ojos, vi cómo se sobaba la mano adolorida.

—Te odio, maldita boluda —dijo, luciendo furiosa, con la respiración entrecortada y la mandíbula apretada. Pero, sorprendentemente, me abrazó con fuerza, como si quisiera borrar el pasado—. No vuelvas a hacer algo así; fue lo más estúpido que has hecho.

Detrás de ella, noté a una mujer mayor, con un par de moretones en su rostro, que parecía incómoda, como si no supiera qué papel jugar en esta escena.

—¿Eres la novia de mi hija? —preguntó, su voz temblando ligeramente.

—No, Emilia es novia de un profesor re pelotudo —intervino Bianca con desdén, y su sarcasmo me hizo sonreír, a pesar de la situación.

—¿Lo sabes? —preguntó la mujer, ahora más interesada.

Bianca me miró con una sonrisa que llevaba consigo un matiz de complicidad.

—Desde hace tiempo. Solo esperaba que volvieras. ¿Acostarte con ese otro hombre? Fue estúpido.

—Yo no me he acostado con nadie por ahora —la miré confundida, tratando de entender por qué se había desatado esta conversación.

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⏰ Última actualización: Oct 10 ⏰

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ᴛᴇ ᴄᴏɴᴏᴄÍ ᴇɴ ʙᴜᴇɴᴏꜱ ᴀɪʀᴇꜱ.//ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ ᴋᴜᴋᴜʀɪᴄᴢᴋᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora