Te conocí en Buenos Aires, bajo la sombra de los viejos edificios, con el canto de los aves a nuestro alrededor, la brisa de la lluvia mojando nuestros cuerpos y el destino acompañándonos.
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Pov: Esteban.
Sali de mi trabajo algo cansado con una horrible mancha de café en mi abrigo que probablemente tendría que pagar una fortuna y que mi Emilia la había dejado después de discutir la noche anterior en su casa.
Encendí un cigarrillo y di un par de caladas mientras admirada la bella vista del horizonte que se podría apreciar desde el descuidado estacionamiento de la universidad.
A veces me gustaba imaginar una vida en donde podría tener una pequeña casa en el campo cuidado animales y a mi hijos, era ese tipo de sueños que pasaban a segundo plano porque el sabor de la grandeza era mayor.
Aunque dicho sabor no había llegado a mis labios pues tenia un trabajo mediocre dando clases en una universidad cuando mis metas eran diferentes, yo había estudiado esa carrera buscando un fin diferente y era algo que simplemente no tenia en mis manos.
Recordando el pasado y mis propias sesiones creo que yo mismo me había limitado, el miedo al fracaso era gigante así que opte por una vida cómoda.
Un trabajo con un horario preestablecido, un buen salario, un departamento confortable, amigos amables y en pocas palabras una vida común y hasta en un punto optimista.
Pero había algo que faltaba, había un hueco en lo profundo de mi corazón que araña con fuerza mis entrañas y que gritaba con desespero por una segunda oportunidad.
-Esteba, querido amigo- voltee y note a Enzo.
Conocí a Enzo hace un par de años, amigo de un amigo que rápidamente congeniamos y en menos de un mes ya nos escribíamos constantemente.
El voló hasta Chile a tomar alguna clase de maestría y solía hablarme de su linda y adorable novia que a decir verdad no podía verla más halla como una fantasía bulliciosa de la mente de mi amigo y que al verla hoy en día confirmaba mis sospechas de la imagen de una idealización angelical.
Porque nada quedaba de esas risas y bromas que el solía hablar o de como bailaba de forma esporádicamente.
Ahora solo quedaban comentarios hirientes encerrados en un par de paredes, un rechazo a ser querida y un sentimiento de culpa que ella pensaba que no se notaba, pero incluso me atrevo a decir que se olía en el aire.
Mi Emilia ¿Qué sucedería con mi linda Emilia?
-Hola Enzo ¿Qué tal todo?
El suspiro un poco cansado y tomo uno de mis cigarros encendiendo con velocidad y haciendo un par de movimientos con las manos como si buscara las palabras correctas.
-¿Recuerdas de la minita que te hable? La odio.
Su comentario me molesto ¿Por qué alguien odiaría a Emilia?
-¿Y eso?
-Ayer me la encontré, en un mercadillo y me rogo desesperada por un beso, pero la muy pelotuda me demostró que está enamorada, pero de otro pibe.
