Te conocí en Buenos Aires, bajo la sombra de los viejos edificios, con el canto de los aves a nuestro alrededor, la brisa de la lluvia mojando nuestros cuerpos y el destino acompañándonos.
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La joven chica se acerco a mi cargando un montón de frazadas en las manos acompañada de algunos cojines suaves y cálidos, tenía una enorme sonrisa en el rostro y me miraba con mucha amabilidad e incluso un poco de afecto.
-Gracias ¿Cómo te llamas? - le cuestione tomando las mantas y colocándolas en el suelo de la habitación, esta noche dormiría en el piso de la sala en lo que acomodaban la habitación de Iván.
Iván, si la vida hubiera sido más amable el estaría estudiando medicina en la capital, con su cabello perfecto y su carácter tierno.
-Se llama Dalila, no puede hablar- dijo la mayor entrando al lugar y colocando mi celular en la mesa de centro.
-Lo lamento- susurre apenada a lo que Dalila negó con la cabeza mientras sonreía y se sentaba de forma despacio y pausada a mi lado, como si de un ser humano se acercara a un animal de carretera agresivo.
-Dalila quiere dormir contigo está noche, ella estudia enfermería y creemos que sería prudente que no estés sola por hoy- hablo con su voz profunda, yo accedí y ella se alejó deseándonos dulces sueños.
Me deje apreciar con cuidado a Dalila y note que todo en ella era natural y pacífico, la forma en como respiraba tenia un ritmo pausado, la velocidad con la que pestañeaba, sus manos moverse e incluso como el helado viento que se colaba por la ventana movía con una superficialidad y delicadeza su cabello que incluso me mareaba.
Todo en ella transmitía una sensación de paz y relajación embriagante que le daba un atisbo de consuelo a corazones destruidos, de forma inmediata me hizo recordar a Bianca, que, si bien eran diferentes en todos los sentidos, ambas poseían la capacidad de hacer felices a las personas a su alrededor.
Ella tomo una libreta cerca de nosotras y empezó a escribir en esta, después de un rato me enseño la hoja.
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-Claro podemos ver una película y sobre el hospital- me mordí los labios, no sabia como decirle que los hospitales me hacían sentir especialmente mal y sobre todo aquel donde alguna vez llegue al borde de la muerte; me pregunto si ella sabrá del accidente.
