Te conocí en Buenos Aires, bajo la sombra de los viejos edificios, con el canto de los aves a nuestro alrededor, la brisa de la lluvia mojando nuestros cuerpos y el destino acompañándonos.
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Llegar hasta aquí fue bastante difícil, apenas tenía dinero para el boleto de avión, mis documentos no estaban del todo actualizados y mi habitación en algún hostal era escasa, pero mi doble nacionalidad me había ayudado bastante.
Miraba por la ventana a las palomas volar, ya era de noche y había una señora que dormía profundamente a mi lado con la cabeza recargada en mi hombro, ya la había despertado en más de una ocasión exigiéndole que se alejara, pero ella siempre respondía con una disculpa y a los cinco minutos estaba igual.
No faltaba mucho para llegar a ese pequeño pueblo que me había visto crecer, eso me alegra de cierta forma pues el incomodo asiento de madera en el que estaba sentía que se convertía en una horrible máquina de tortura, el problema nació del echo de que también me asustaba y mucho.
El clima era diferente a como lo recordaba, hacia un frio propio de Buenos Aires que calaba los huesos y provocaba un titiriteo en los dientes, eso me hizo extrañar porque jamás sucedía esto en esta parte de Chile.
Ni siquiera en las navidades donde celebraba mi cumpleaños, era sumamente extraño y parecería que en cualquier momento empezaría a caer nieve.
¿Es acaso esto posible? ¿Una señal?
-¡Llegamos!- grito el chofer del autobús llegando a la parada de camiones.
Baje con la pequeña maleta que me estaba acomodando y mire a mi alrededor, era un pequeño edificio bastante viejo con poca gente y luz cálida.
Había un olor a café en todo el lugar que hizo que se me abriera el estómago, pero opte por no comprar algo de comer hasta que fuera verdaderamente necesario debido al echo de que no traía mucho dinero conmigo.
Me senté en una de las bancas del lugar, era de tablas y sentía los espacios entre ellas clavarse en mi trasero y espalda, sentía mucho sueño y no supe que hacer.
Podría dormir aquí, en realidad era un lugar bastante seguro debido a la seguridad que estaban en las puertas y no era algo fuera de lo normal que gente dormitara un rato aquí.
Me acomode sobre la banca, abrazando con fuerza el bolso contra mi y aferrándome al no sollozar me quede dormida.
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