𝟎

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13/01/2022 - Uruguay, Latinoamérica.

ENZO


Tanto tiempo con la cabeza agachada mirando mi teléfono me empezaba a afectar, la vista comenzó a dolerme junto al cuello, la mejor opción era descansar un rato del móvil, pero la verdad era que, en ese lugar, no había nada mejor que hacer.

No me había fijado en la pared a mi izquierda. Su color era de un gris claro, en medio se encontraba un cuadro, no era una imagen que se viera perfecta, más bien eran manchas de diferentes colores, y extrañamente era llamativo.

Dios, ¿tanto me aburría como para estar inspeccionando un cuadro? La verdad era que sí.

¿Cuánto tiempo llevo aquí? No lo sé con exactitud, pero estoy empezando a cansarme. No entiendo la necesidad de citarme a las nueve de la mañana si me van a hacer esperar más de una hora y media.

Tomé aire, intentando tranquilizarme, recordando por lo que estaba haciendo esto. No todos los días tienes la oportunidad de presentarte a un casting sobre una película que narra una tragedia real.

En un ligero movimiento guardé mi teléfono en uno de los bolsillos delanteros de mi pantalón, comencé a mover mi mirada, percatándome de que había mucha más gente ahí esperando a ser llamado. Delante mío había un chico rubio, tenía los ojos azul claro bastante grandes, sonreía mientras su mirada iba de un lado para el otro leyendo un libro que sujetaba con sus manos. Debió notar una mirada pesada sobre él, porque levantó la vista haciendo contacto visual conmigo. Su sonrisa no se borraba, al contrario, se amplió.

—¡Hola! — me saludó, como si me conociera desde siempre. Dejó el libro a un lado y me miró esperando un saludo de vuelta.

—Hola.

—¿Te presentas al casting también?

—Sí, estoy esperando a que me llamen.

—¡Buenísimo! — dijo con el mayor entusiasmo que había visto en lo que llevaba de mañana. — Yo también. Soy Francisco por cierto, Francisco Romero. — finalizó tendiéndome la mano amistosamente.

—Yo Enzo Vogrincic, un placer Francisco. — respondí estrechando su mano.

El chico abrió la boca queriendo decir algo más, pero el sonido de una puerta abriéndose le interrumpió. Una mujer vestida de negro salió de aquella sala, llevaba un colgante con una tarjeta en él, daba la impresión de ser la que pasaba lista para entrar y hacer el casting. La mujer miró su tablet ajustándose las gafas, acto seguido, habló.

—¿Matías Recalt?

Silencio, nadie contestó, giré mi cabeza a ambos lados, mirando a ver si alguien reaccionaba al escuchar ese nombre, nadie lo hizo. Volví a mirar a la señora, confundido. Ella repitió el nombre de aquel chico, esta vez más alto, por si no se había escuchado la primera vez, y otra vez, nadie contestó.

No sabía quién era ese tal Matías, pero sin conocerle, ya me parecía un irrespetuoso, si sabía que sería el primero en la lista del casting, ¿por qué no estaba aquí a la hora acordada? Giré los ojos y suspiré pesadamente apoyando mi espalda en el respaldo de la silla en la que estaba sentado. Aquella chica nombró a Matías una tercera vez, con la esperanza de que alguien contestara.

Segundos después se empezaron a escuchar pequeños pasos que cada vez se oían más fuertes y rápidos, era alguien que venía corriendo hacia aquí, me incorporé mirando al pasillo con curiosidad y mis ojos se percataron de un chico, que venía corriendo, casi sin aliento.

Le miré desde arriba hasta abajo. Su pelo era marrón, largo y un poco desordenado, con las puntas apuntando a diferentes direcciones, llevaba una camisa blanca lisa de manga corta, unos vaqueros azul oscuro y unos tenis blancos... desatados. ¡Se iba a caer! El chico daba la impresión de haber salido tarde de casa.

𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓𝐀𝐂𝐈Ó𝐍 𝟏𝟎𝟑 - 𝐆𝐞𝐧𝐞𝐳𝐚.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora