42: Traidor

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Vinnie


Mi cuerpo adolorido se encontraba acurrucado sobre la sucia cama, mi mirada no podía dejar de observar al pequeño ratón que ahora era mi único amigo.

- ya lo sé Willy pero no soy una mala persona, dime, ¿qué más podía hacer?, no iba a dejar que lo tocara. - ataqué contra el ruedor qué se encontraba buscando alguna salida de la habitación. No podía dejar de pensar en lo sucedido con Carl en la carrrtera y como casi lo habían tocado. - exacto, no había otra forma, era él o yo.

Apenas terminé mis palabras, el pequeño ratón encontró un pequeño hueco, era casi tan pequeño que no se podía observar en la oscuridad y así, simplemente desapareció en él.

Maldita sea, Willy, no me dejes.

Es increíble como los ratones pueden pasar a través de un hueco de 6 mm, quisiera ser uno de ellos, para este momento, yo ya sería libre.

Y probablemente ni siquiera me hubieran encerrado.

Suspiré, ahora estaba sola de nuevo. Esperaba que Willy volviera. Mis lágrimas se habían secado hacia un rato pero el vacío en mi pecho solamente aumentaba con cada segundo que seguía lejos de Carl.

Finalmente, me habían quebrado por completo. Ya no me sentía como yo misma, era como si otra persona estuviera viviendo en mi cuerpo y yo observaba desde afuera.

Moví ligeramente mi cuerpo pero el dolor en mi abdomen me hizo detenerme, las sábanas debajo de mi se encontraban empapadas de sangre, no solamente de mi entrepierna, si no también de la ahora herida abierta de mi abdomen, quizás debería hacer algo.

Tomé el pedazo de tela de la que solía ser mi blusa qué se encontraba en una esquina de la cama y la coloqué sobre la herida de mi abdomen, las puntadas se abrieron hacía un par de horas, no que eso les haya importado a ninguno de ellos, Merle y Philip abandonaron la habitación apenas terminaron completamente satisfechos. Mi entre pierna dolía, había sangre entre mis ellas, bastante sangre aunque no tanta como la que salía de la herida de bala. Sabía que iba a necesitar puntadas otra vez pero no había forma, no había absolutamente nada en esta mierda de habitación.

Debía detener el sangrado, ya comenzaba a sentirme liviana y mareada o quizás deba seguir como lo estuve haciendo, seguir tirada sobre esta incómoda cama, fingiendo que no me estoy desangrando y que no duele como el infierno, todo de mi, sin embargo, mi mano seguía haciendo presión en la herida sobre la tela que coloqué.

Maldito instinto de supervivencia.

Suspiré. En la cabecera de la cama, un pedazo de metal sobresalía, era puntiagudo y pequeño. Quizás podría usarlo como arma cuando vuelvan porque sé que lo harán.

Siempre vuelven.

Gruñí al sentar mi cuerpo sobre el estúpido e incómodo colchón. Suspiré con fuerza antes de colocar otro pedazo de tela entre el metal, creando una palanca con esta, tomé toda la fuerza qué me quedaba para jalar el pedazo de metal, segundos después éste se desprendió, cayendo al suelo con un fuerte ruido.

Mierda.

Me apresuré lo más que mi cuerpo lo permitía para tomarlo y esconderlo debajo del colchón.

Lost ¦ Carl Grimes |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora