CAPITULO IX

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EUROPA CENTRAL
SIGLO XI


Jungkook se encontraba bajo el arco de las ruinas, enfrentando el frio de la noche, sin experimentar malestar alguno. A su mente vino el recuerdo de Organ. Lo habia enviado a la muerte y no sentia con ello ningún remordimiento, su alma se había vuelto mezquina, cruel y egoísta. Sólo la pasión obsesiva e incontenible por Jimin movia los hilos de su existencia. Tenerlo a su lado era lo único que le importaba, costara lo que costara habia asesinado y traicionado por ello y lo volvería a hacer sin dudarlo un segundo. Ahora lo sustancial era no dejar pistas que permitieran localizarle y llevarlo a ser capturado por los esbirros del Obispo y todos aquellos leales a él. Nadie debía conocer el lugar donde ahora se escondia, aguardando con impaciencia la llegada del rubio. La clave estaba en el anillo y en el mensaje cifrado que le habia ordenado poner al viejo orfebre antes de asesinarlo. Que no quedara rastro, era ahora su consigna. Estaba convencido de que Kristof Benczúr cumpliría con su encargo y entregaria el anillo a su amado. Si bien el rubio no sabía leer, estaba seguro que entenderia el mensaje. Claramente se lo había dicho entonces, "te amaré bajo las estrellas". Y cuando Jimin llegara al fin a sus brazos, sacrificaría entonces a Gyusi sin importarle lo leal y fiel que hubiera sido. No podía dejar huella. Si lo pescaban vivo seguramente le martirizarían y le harian hablar. No debería correr riesgos, de ninguna manera. De esa forma, el rubio que amaba estuviera a su lado, podrían alejarse sin temores, cruzando las agrestes montañas en busca de otros lugares. Así borrarían ante sus enemigos los últimos vestigios de su existencia, hasta que con el tiempo, y reorganizando su ejército el cual, ahora ignoraba, había sido diezmado por los ataques de las fuerzas del Papado, o se había integrado a los hombres de Koppány, el Jefe rebelde, cuando aquellos pensaran que todo estaba olvidado, volverían a vengarse de todos ellos, recuperando a sangre y fuego lo que les correspondia y haciéndoles pagar con su vida sus afrentas y la osadia de haberles desafiado.

A la distancia, embozado en su capa y protegiéndose del frío, repegándose contra el ángulo de unos muros, Gyusi, masticando unos tubérculos para calmar el hambre, observaba en silencio y preocupado al gigantesco guerrero que allá, bajo el arco, permanecía inmóvil bañado por la luz de la luna, semejando un espectro siniestro e inquietante. El hombre tenía miedo, un miedo profundo e irracional, en aquel solitario lugar que le oprimia y en el que se sentía prisionero de aquel a quien ya no reconocía como el lider carismático que había sido.

....

El guerrero Organ yacía muerto, boca abajo, en medio de un charco de sangre, ahi en el patio de las caballerizas, donde Kristof Benczúr, tomándole por sorpresa, le había atravesado por la espalda el cuerpo con el estilete, partiéndole el corazón. Ahora el hombre baldado montaba en su caballo y acompañado por dos de sus más leales servidores dejaba el castillo para ir a cumplir con el encargo que Jungkook le había confiado.

El cadáver de Organ, de acuerdo con sus instrucciones, sería echado como comida de los cerdos, una vez que fuera despojado de sus ropas, las cuales serian sorteadas entre los sirvientes.

....

Hacia el medio dia, el tullido y sus hombres ya habían avanzado un buen trecho, llevando sus bestias a buen paso. Entraron a una zona boscosa y penumbrosa y siguieron por el fondo de una pequeña hondonada, por donde corría serpenteante un arroyuelo, sobre el que flotaban lajas de hielo. El silencio que les envolvía, turbado tan sólo por el ruido de los cascos de sus monturas, acabó de romperse cuando ahi adelante, de súbito, un grupo de aves remontó asustado el vuelo.

Los hombres se detuvieron alertas, buscando sus armas. Pero el aviso había llegado demasiado tarde. Zumbaron desde diversos lugares de la floresta flechas disparadas con certera mortalidad, abatiendo a los dos sirvientes que le acompañaban, los cuales fueron arrancados de sus monturas, dejando libres a los caballos, que emprendieron la huida.

El Principe Maldito- Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora