CAPITULO V

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EN LA HABITACIÓN DE NAMJOON
HOSTAL MONTES CARPATOS
HACIA LA MEDIANOCHE


Namjoon, cubierto por una camiseta ceñida a su cuerpo y un pequeño boxer ajustado, se encontraba sentado sobre una piel, abrazándose a sus largas piernas, mientras miraba pensativo el fuego que danzaba entre los troncos, ahí, dentro del hogar de la gran chimenea de piedra, cuyo resplandor rompia la oscuridad de la habitación, iluminada apenas por la luz de un quinqué de petróleo encendido sobre el buró. De pronto reaccionó alerta y con sobresalto, al escuchar en la distancia los violentos estampidos del arma disparada por SJ. Como impulsado por un resorte, se puso en pie y giró para ir hacia la cama, pero se detuvo congelado al oir un ruido. Era un "escrach" molesto y rispido que provenía de los vidrios de la ventana. Miro hacia alla y un hueco se le formó en la boca del estómago al descubrir alla afuera, recortado contra la noche, la figura de negro de Maurice, cual si flotara, rascando con sus largas uñas los cristales y demandando con una sonrisa cautivadora:

-¡Abreme, Namjoon! ¡Déjame entrar!

El dudó un instante. Escuchó a lo lejos el rugido de un motor y el rechinar de llantas al salir un auto impulsado a toda velocidad. Su atención fue captada de nuevo por el cautivador engendro, que le susurraba:

-¡Se que me has estado esperando!

Namjoon comprendió que había llegado el momento de enfrentar sus más profundos terrores. Así que lentamente, sin perder de vista al hombre tras la ventana, retrocedió hasta la cama y se recostó contra la cabecera. Respiró hondo para dominar el miedo que como una ola había llegado a el, pretendiendo envolverlo. A lo lejos escuchó el rugir del motor de otro auto que partía a toda velocidad en busca de la carretera. Y fue facil entender qué es lo que estaba ocurriendo allá. Asi que ahora se concentró en aquella horripilante aparición. Con voz enronquecida, en un tono bajo, invito.

-¡Entra!

Una sonrisa triunfal y malèvola desfiguró por un instante el bello rostro de Maurice. Y de un violento tirón abrió de par en par el ventanal, trasponiendo el marco con facilidad, para posarse en el centro de la pieza, de espaldas al hogar de la chimenea, cuyo fuego delineaba su figura, proyectando su sombra macabra contra los muros. Clavó la vista en Namjoon, hablándole en un susurro apagado, que más semejaba el silbido de una serpiente.

-He venido a que seas mío, y después a matarte, querido.

Namjoon no respondió palabra. Estaba como hipnotizado, mirando a Maurice que ahora se deshizo del largo gabán que le cubría, dejándolo caer a sus pies. Y el castaño le vio entonces mostrarse en toda su ostentosa desnudez. Pese a su pavor, tuvo que reconocer que aquel hombre era realmente hermoso, Sus músculos como esculpidos en piedra, estaban cubiertos de un vello oscuro y ensortijado, con destellos dorados por el reflejo del fuego, que le brotaba desde los hombros, cubriendo su tórax y abdomen y prologándose a sus largas y musculosas piernas. Comenzó a avanzar hacia el, dando la sensación de que se deslizaba a ras del piso.

Namjoon le vio aproximarse, incapaz de moverse, atenazado por una extraña fuerza, como hechizado y cautivado cual si fuera un indefenso animal a merced de una serpiente, aguardándole ahi, consciente de su suerte, pero rendido ante la presencia del magnifico macho al que a la vez deseaba y aborrecia.

Maurice trepó desde el pie de la cama y se aproximó al castaño con lentitud. Namjoon tuvo la impresión de que el hombre reptaba, agitándose como una salamandra maligna y demoníaca. Le tomó las rodillas con fuerza. Se metió entre sus piernas, y se irguió de nuevo en toda su estatura, recortándose su silueta contra el reflejo de las llamas en la chimenea. Lo contemplo dominante, por unos instantes, con las pupilas centellantes y dilatadas. Con un veloz movimiento de sus manos, aferró la camiseta y el boxer que lo cubrían, arrancándolas de un golpe, para mostrarlo totalmente desnudo e inerme. Ante la visión, los ojos del macho brillaron con perversa lascivia. Sus crueles y delgados labios se distendieron en una semi sonrisa, mostrando unos dientes poderosos y afilados. Se inclinó hacia el castaño, y fue entonces cuando Namjoon percibió el nauseabundo olor que él despedia. Aspiró hondo y contuvo una arcada de vómito, al tiempo que giraba la cara con repulsión, pero una mano de él lo aferró como garra por la mandíbula, apretando con fuerza, lastimándolo y obligándolo a voltear la cara y confrontarle. Con un estremecimiento de asco, Namjoon reparó en que la palma de la mano del hombre estaba cubierta por un pelo hirsuto y húmedo. No tuvo tiempo de reparar en más, con la otra mano, el hombre, con un tosco movimiento, le abrió las piernas y lo penetró rápido y brutalmente, cortándole el aliento, y provocando que su mente cayera en un vértigo enloquecido. Quiso gritar pero no pudo. Luchó con todas sus fuerzas por controlarse y cobró dominio de sus movimientos, levantando entonces una de sus manos que, oculta bajo las sábanas, aferraba la Magnum. Sin pensarlo disparó al pecho peludo de Maurice. La bala expansiva de plata lo alcanzó justo debajo de la tetilla izquierda, alcanzándole el corazón. Ante el impacto, el cuerpo del hombre salió despedido hacia atrás de la cama, y cayó de espaldas en las baldosas. Ermitiendo un grito de angustia y terror, Namjoon vio al sujeto cuando intentaba levantarse y volvió a disparar. La bala lo alcanzó en un hombro haciéndole girar en el suelo, Pero con un esfuerzo sobrehumano y aterrador, Maurice logró erguirse. Su rostro era una máscara de odio y ferocidad. Su mirada chispeaba de furia. Avanzó hacia el castaño, extendiendo sus manos de dedos largos, huesudos y rematados en afiladas uñas. Namjoon volvió a disparar, y el hombre acusó los impactos, sacudiéndose pero sin dejar de aproximarse a la cama. Desesperado, Namjoon reparó en el quinqué encendido. Sin pensarlo lo aferró y lo aventó contra el sujeto, estrellándoselo en el pecho y haciéndolo añicos, permitiendo que el flamable liquido lo invadiera.

El Principe Maldito- Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora