El Crimen🥀Primera Parte🥀

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CAPITULO 1

PRESENTE.
CIUDAD DE MÉXICO,
5:45 Α.Μ.

Los números digitales parpadearon y el reloj despertador comenzó a zumbar con una alarma intermitente que hacía imposible ignorarla.

El hombre despertó sobresaltado, y mecánicamente estiró la mano para apagarlo. Le costaba mucho despertarse, sobre todo los lunes, y aún a oscuras como ahora. Pero desde que había salido librado de aquel ataque cardiaco de hacia dos años, se habia jurado seguir todas las reglas para llevar una vida saludable y, entre ellas, el hacer ejercicio diariamente, lo que trataba de cumplir con heroica voluntad.

Saltó de la cama, todavia somnoliento. Se estiró desentumiendo sus músculos, y sin prender la lamparita del buró se movió en la oscuridad buscando unos pants y una sudadera que descansaban sobre una silla. Se vistió con ellos, se calzo sus viejos pero cómodos tenis para correr y abandonó la habitación.

El hombre salió del edificio, y ya en la calle, enfrentó el frescor de esa mañana del horario de verano, que le golpeó la cara y le hizo estremecerse de frio. Había llovido la noche anterior. Aún el pavimento mostraba signos de humedad, y aquí y allá manchones de agua semejaban turbios espejos. La oscuridad iba dejando paso a una parda claridad que anunciaba el nuevo dia. Los faroles del alumbrado público todavía se mantenian encendidos, pues sus sensores de luz aún no recibían orden en contrario. Una tenue neblina envolvía el ambiente, difuminando la luminosidad de los faroles, y alumbrando dentro de su cono de influencia, el arranque de los escalones de piedra de la amplia escalinata que descendia desde la acera hasta el parque a cinco metros abajo, donde empezaba un sendero de gravilla que se perdia serpenteante entre arbustos y añejos árboles, ahora también envueltos en aquella neblina difusa que les hacia parecer como seres fantasmagóricos emergiendo de un mundo etéreo.

Se sopló en las manos para darse calor y avanzó hacia las escalinatas, bajando a trancos los húmedos escalones y llegando ante el sendero de grava.

No habia nadie.

Empezó a dar pequeños saltos en el mismo lugar, abriendo y cerrando los brazos mientras hacia profundas inspiraciones y exhalaciones, para ir entrando en calor. Después, y tras un último resoplido, comenzó a trotar, acompasando su respiración con el avance de sus pies, eligiendo el camino hacia su derecha.

No habia notado el zapato de mujer tirado a un lado del camino, medio oculto entre las plantas.

Mantuvo el trote, respirando regularmente, con profundidad y ritmo. Tomó la primera curva y desapareció entre la niebla y la oscuridad.

El ruido de los tenis al golpear contra la gravilla, y el ritmico resoplar de su respiración era lo único que se escuchaba en el parque. Extrañamente, los pájaros no habían comenzado esa mañana con su habitual barullo.

Avanzó corriendo más aprisa. Tomó una prolongada curva, abriendo con su cuerpo, como una quilla, la bruma que flotaba a ras del piso.

Fue entonces cuando sus pies tropezaron con algo. Salió despedido hacia delante, ahogando una exclamación de sorpresa que se convirtió en un ahogado gemido de dolor cuando aterrizó en la grava, unos dos metros más allá del obstáculo, raspándose las palmas de las manos y las rodillas, y resistiendo el grueso del golpe contra su omóplato.
Giró sobre su cuerpo y quedó sentado, resoplaba. Le dolía las rodillas. Se sobó con un masaje suave, y se levantó el pantalón para descubrir el pequeño raspón que empezaba a sangrar. Se puso ahi un poco de saliva y bajó de nuevo el pantalón, para fijar ahora su vista hacia el obstáculo con el que habia tropezado.

El Principe Maldito- Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora