CAPITULO VII

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EUROPA CENTRAL
SIGLO XI


Apoyado por rastreadores que conocían perfectamente la región, el Obispo y su gente avanzaban buscando con obstinación y saña a aquel hombre al que temían y odiaban. No habia marcha atrás. No existía la más remota posibilidad de darle tregua o permitirle que se recuperara o se reorganizara con sus hombres. Bernardo de Fabriano temia que si eso ocurría, el Diablo podría ocupar el poder, y todos los planes de llevar al Rey István a ser coronado como Esteban I y consolidar así la religión en aquel reino se verian frustrados, sin que quisiera imaginar el disgusto y la cólera que se desatarian en su Santidad Silvestre II.

Así habian recorrido planicies y poblados, acercándose a la fortaleza de Jungkook, esperando que éste no hubiera llegado ahi antes que ellos y les ofreciera una feroz resistencia. Bernardo de Fabriano había enviado mensajeros hacia los cuatro puntos cardinales, para contactarse con los fuertes destacamentos de las tropas pontificias, con el fin de que actuaran de inmediato y cazaran como a un animal rabioso a aquel enemigo de Cristo y de la Iglesia.

Durante los días que siguieron a aquella fecha nefasta en que fuera asesinado el Arzobispo Grassi, los hombres armados de los señores feudales conjuntamente con los hombres del Obispo, habían ido estrechando el cerco. Noticias les habían llegado de que el Lobo Cruel, burlando la vigilancia del castillo, se había encontrado con el hijo de Rendor Ferenc y que sorprendidos en ayuntamiento pecaminoso dentro del sagrado recinto de la capilla, ofrecieron resistencia, habiendo aquel engendro diabólico escapado nuevamente dejando tras de si un rastro de sangre y de muerte, mientras Jimin era sometido por la fuerza, ya que decían las aterrorizadas lenguas de quienes testificaron los hechos, el rubio parecía poseído por el Diablo, a tal grado que fue encerrado a piedra y lodo en los torreones de la fortaleza.

Jungkook y sus tres fieles guerreros habían tenido que esperar toda aquella noche y el día siguiente completo para arriesgarse a salir. Al amparo de la noche se alejaron de los muros del castillo, caminando rio arriba, cuyas aguas comenzaban a congelarse. Encontraron un vado para poder cruzar y alcanzar un bosquecillo de abetos que traspusieron rodeando el poblado hasta llegar a la casa de un campesino, donde robaron los únicos dos caballos que se encontraban en el corral.

Actuando con sigilo se alejaron hasta encontrar la planicie. Su idea era llegar al gran bosque de ciénagas y pantanos, para de ahi dirigirse hacia el castillo del Príncipe, en donde pretendian reorganizarse.

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En el castillo de su padre, Jimin no daba señas de mejorar, su violencia era cada vez mayor. Las convulsiones lo sacudian, y arqueaba su cuerpo, azotándolo contra la cama, mientras su cabeza se agitaba de un lado a otro y sus ojos se ponian en blanco, en ataques de rabia incontrolables.

Rendor Ferenc y su mujer llamaron a los monjes que habían quedado en la fortaleza para que rezaran por el rubio. Estaban seguros de que su hijo estaba poseído por el demonio, y había que exorcizarlo.

Los pobres y supersticiosos sujetos miraron horrorizados el espectáculo que presentaba aquel muchacho maniatado y rabioso, que les lanzaba miradas encendidas de odio, y les maldecía, en un momento, para luego hablarles seductor y salvaje, haciéndoles invitaciones soeces llenas de lujuria, prometiendoles placeres que jamás habían imaginado si lo soltaban.

De hinojos en las baldosas, los brazos abiertos en cruz, cerraban ojos y oídos a las imprecaciones del muchacho, mientras rezaban febrilmente. Algunos de ellos, en sus habitaciones cuando llegaban ahí rendidos y empapados en sudor, se hacian víctimas de silicios, castigando sus espaldas con violentos latigazos que les dejaban surcos sangrantes, orando desesperados para que se alejara de ellos el demonio de la carne que les tentaba a través de aquel hermoso rubio que se sacudia ante ellos con movimientos eróticos que les desquiciaban.

El Principe Maldito- Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora