CAPITULO II

509 76 3
                                    

AEROPUERTO INTERNACIONAL JOHN F. KENNEDY
NUEVA YORK.
PASADA LA MEDIA NOCHE


Las puertas eléctricas se abrieron dejando que SJ abandonara el área de aduanas y saliera a la zona de recepción de pasajeros de la terminal número 1. Al momento descubrió a Namjoon destacando entre la gente que aguardaba a los pasajeros que habían llegado con su vuelo. Era realmente espectacular en sus uno ochenta de estatura. Castaño, de largas piernas y cuerpo bien torneado, vestido estupendamente como siempre lo recordaba, y ahora lo veía enfundado en aquel conjunto de lana verde olivo con cuello de tortuga, sobre el que lucia un largo abrigo de piel en un tono más oscuro. Su rostro mantenia unas proporciones casi perfectas, de frente amplia, sobre una cejas bien delineadas bajo las cuales la mirada inteligente se proyectaba a través de unos ojos color miel. Ocultaba su corta cabellera bajo un gorro de lana negro con el cual cubría también sus oídos, lo que le daba un incomparable toque de coquetería. Al verle su rostro se iluminó en una gran sonrisa dejando ver su blanca y perfecta denadura, y levantó un brazo agitando alegremente la mano aguisa de saludo.

SJ correspondió al saludo sonriendo también, y adelantó hasta encontrarse con el. Ambos se fundieron en un abrazo y el recibió en sus mejillas sendos besos del muchacho, muy al estilo europeo. Lo tomó familiarmente por el brazo, y con ese paso largo, sinuoso y seguro que tenía, se encaminó en dirección al estacionamiento que estaba junto a la terminal, mientras le preguntaba con jovialidad, en tanto su mirada brillaba de auténtico gusto de verle.

-¿Qué tal tu vuelo?

-Muy bien. Todo tranquilo. ¿Y tú...? ¿Llevabas mucho tiempo esperando?

-No mucho. A estas horas el tráfico es muy poco y del centro de Manhattan hasta acá, las quince millas las recorri en poco menos de veinte minutos.

SJ comprendió pronto el porqué a Namjoon le habia llevado tan sólo aquel tiempo en llegar hasta el aeropuerto, mientras acomodado en el asiento de pasajeros advertía cómo ese castaño conducia con desenfado y pericia su Audi A6, rebasando por mucho el limite de velocidad permitido, en tanto le explicaba que con los datos que él le proporcionara, había turnado la información y la fotografia del anillo, a través de la Oficina Internacional de Interpol-U.S., a todas las policias locales de los países miembros y a las oficinas que la Interpol tenía alrededor del mundo. Bueno, en realidad aclaraba Namjoon habia elegido puntos específicos en los Estados Unidos, Asia y Europa, tratando de rastrear el paradero de la joya con apoyo en la enorme base de datos donde se encontraban los nombres de los más connotados coleccionistas o mercaderes, así como la de traficantes sin escrúpulos que eran capaces de obtener un objeto de arte a cualquier precio, y pasando por encima de quien fuera y al precio que fuera.

-¿Has tenido alguna noticia hasta ahora de esa investigación?

Namjoon negó con la cabeza, mientras dejaba la autopista y enfilaba hacia Manhattan:

-Nada aún. Pero ten por seguro que en cuanto mis chicos tengan algo, lo sabremos de inmediato.

SJ asintió y advirtió que su amigo hablaba bien el español aunque con un simpático acento asiatico con el que a veces, en una extraña mezcla aparecía la clásica entonación Coreana a típica de los asiaticos. No en balde Namjoon llevaba cerca de diez años viviendo en la Gran Manzana.

──── « ❀ » ────

NUEVA YORK,
EN LA MADRUGADA


Tras una breve discusión que también llegó a perder, SJ se encontraba instalado en el departamento de Namjoon, ubicado en una de las zonas residenciales de clase media acomodada, ''muy cerca de todo", como el castaño decía. Ahora se hallaba en la terraza, instalado en una tumbona de madera de teca desde donde disfrutaba de la apacible vista del vecindario, enfundado en su abrigo, fumando uno de sus cigarros dominicanos, sin que ello le importara a Namjoon, y tomando un martini seco, mientras el castaño degustaba una copa de vino blanco frio, sentado en la tumbona adjunta, separado de la de él por una mesita del mismo material donde se había dispuesto una bandeja con diversos quesos y un abundante racimo de uvas verdes sin semilla.

El Principe Maldito- Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora