𝓒. 31

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— Lara Schneider.

Estaba en la sala de espera, tenía cita con el ginecólogo y Tom insistió en asistir conmigo así que, aquí estaba al lado mío como niño chiquito jugando en el celular, veinte años y tenía espíritu de niño de siete años, aveces tenia espíritu de loco que tenía que estar con urgencia en el manicomio pero no es malo, solo quiere ser el mismo.

Sobre la propuesta de Tom, realmente estaba sorprendida y aún no lo podía asimilar completamente, un año de relación y ya teníamos una hija, estaba a nada de cumplir cinco meses de embarazo, me propuso matrimonio y todo era tan difícil de asimilar tan rápido, Tom parecía ser un loco que necesitaba de amor para volver a la normalidad pero de igual forma, cada cosa de él me fascina.

El de trenzas era mi primera vez en absolutamente todo, incluso es la primera relación que me tomaba en serió y no me arrepentía de haberlo elegido a él, me hacia ver el mundo de otra forma, todo a su lado era de colores, todo era perfecto y quería que siempre fuera el que tuviera mi corazón en sus manos, que lo cuidara como siempre hacia.

—Lara Schneider, pase por favor. —Dijo la ginecóloga, sacándome de los lindos pensamientos que tenía sobre Tom.

Me puse de pie y Tom me acompañó tomando mi mano, nos adentramos en la sala donde nos estaba esperando la ginecóloga, sinceramente estaba un poco nerviosa.

—Bien Lara, acuéstate. —Hablo la señorita.

Yo obedeci y me acosté en la camilla con mi vientre al descubierto, la ginecóloga echó un poco de gel raro en este como siempre hacían los ginecólogos. La ginecóloga comenzó a revisarme con ese aparato en mi vientre y mi mirada se fue hacia la pequeña pantalla donde salían dos extrañas pelotitas, una era Noah pero había otra extraña figura un poco más pequeña.

—¿Que es esa bolita rara? —Pregunté con un poco de preocupación en mi tono de voz.

La ginecóloga miro un poco más de cerca y examinó con atención, estaba bastante nerviosa y preocupada ya que podría ser algo malo, no quería que algo malo pasará o Noah estuviera en riesgo.

—Umm, no se muy bien que significa pero —Miro un poco más y continuó —, probablemente sean gemelos o una bolita insignificante.

Abrí mis ojos como platos y volteé a ver a Tom, el también estaba sorprendido y sin saber como reacción, estaba sin expresión alguna, sin ni siquiera pestañear como si estuviera totalmente en shock.

—¿Es muy probable que sean gemelos? —Preguntó el de trenzas con una voz emocionada.

—Déjeme examinar un poco más.

La ginecóloga arreglo unas cosas, examinó bastante y uso algunos aparatos más profesionales para estar segura de que se trataba aquella bolita rara que anteriormente no estaba cuando había venido a otras citas en el ginecólogo.

—Siento decir que definitivamente no son gemelos, solo debe ser un error de pantalla.

Tom y yo nos miramos a los ojos, obviamente con una decepción tremenda, era mucha responsabilidad muy grande un bebé y si hubieran sido gemelos aún más responsabilidad para padres primerizos pero fue una emoción muy grande con una pizca de esperanza con pensar que serían gemelos, toco hacer otro bebé, bromita.

Después de unos largos momentos la consulta termino, limpie aquel gel raro de mi vientre y salimos de sala, nos fuimos a la salida y nos subimos al auto de Tom. Me subí en los asientos traseros y Tom agarro la puerta, pensé que la cerraría pero en lugar de eso, entro y se puso encima de mi.

—¿Y si hacemos otro bebé para tener gemelitos? —Susurró en mi oído con voz ronca llena de deseo.

Solté una risa burlona y lo mire. —Me leíste los pensamientos. —Sonreí y acaricie suavemente su mejilla. —,Pero no podemos hacer nada, cariño.

—Bien, pero quiero que me des cariño. —Dijo con una voz tierna como si fuera un bebé pequeño.

Yo rodeé los ojos en broma y me acomodé, el cerro la puerta del auto y se recostó en los asientos acurrucando su cabeza en mi regazo. Comencé a acariciar sus trenzas con lentitud jugando con ellas, estaba ese silencio como de costumbre siempre era cómodo y demostrando el amor que las palabras no podían, creo que con la única persona que podría sentir esa comodidad al tener un silencio solo podría ser con Tom, los otros silencios siempre serían incómodos menos con el de trenzas.

—Te amo Rubia, no se que hice para merecerte. Yo tan tonto, loco y sin gracia mientras que tu eres una mujer tan increíble, un ángel caído del cielo que Dios mando a arreglar mi vida por completo... —Su voz era casi como un susurro, se notaba adormilado como si mi toque lo estuviera relajando. —No me arrepiento de haberte pedido matrimonio, eres tan perfecta que quiero tenerte por toda la eternidad, si no es en esta vida, será en miles de otras más...

Sentí lágrimas amenazando salir de mis ojos, eran lágrimas de pura felicidad, cada palabra que el me decía era suficiente para alegrar cada uno de mis días, cada una de sus sonrisas hacia que mi corazón saltara de felicidad.

—Tom, ¿Tu prometes nunca dejarme sola? —Pregunté con un poco de nerviosismo.

—Mi princesa hermosa, prometo acompañarte a ti y a nuestra pequeña Noah. —Sonrió y finalmente se quedo dormido en mi regazo.

El momento se sintió tan irreal pero tan especial, no importa cuán mínimo fuera el momento, siempre era perfecto si venía desde Tom, me imaginaba tantos futuros con el y todos eran con un final feliz. Su promesa me hizo sentir mariposas en el estómago, sentir una felicidad gigante que quería sentir por siempre pero solo al lado de Tom, si el estaba a mi lado yo sería feliz, si el no estaba, yo estaría vacía sin la persona más especial de mi vida aparte de Noah, mi familia estaba completa, mi prometido y mi pequeña hija preciosa, Noah.

scream  𝒇𝒕. 𝑻𝒐𝒎 𝑲𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora