13. Encuentros en la Lluvia

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El lugar quedó en un silencio denso tras la sorprendente revelación.

-¿Ves lo que hiciste? -reclamó Tristán a Lancelot, agitando los puños- ¡Oculté esto a mamá para evitar este incómodo momento!

Lancelot, imperturbable ante el arrebato de su amigo, respondió:

-Si eso es cierto, deberías haberlo dicho antes. Habría sido peor descubrirlo más tarde... Es un caballero del apocalipsis. Debemos movernos y atraparlo.

Antes de partir, Helaine tomó a Lancelot por el brazo, sorprendiéndolo. Lo giró y lo abrazó con cariño, su cabeza quedando entre el cuello del caballero rubio.

«Te he echado de menos», resonó en la mente de Lancelot.

-Yo también te he echado de menos, pequeña -respondió Lancelot, sonriendo mientras separaba a Helaine, acariciando su cabeza.

-Oye, Helaine. Ya nos estamos yendo -dijo Tristán a cinco metros de distancia.

-Ya voy, esperen -ella apresurada corrió a su lado colocando sus manos a su espalda para entrelazarlas entre sí.

Con una sonrisa y los ojos cerrados, Lancelot se giró para unirse a sus compañeros en la tarea que les esperaba.

Los grupos de Tristán y Percival se desplegaron rápidamente para buscar al cuarto caballero. En el equipo de Tristán, Chion dudaba de que el caballero fuera el de la profecía y también desconfiaba de Lancelot y Percival. Tristán trató de entender sus dudas, explicando que Lancelot tenía mucha experiencia y poder. Jade le pidió a Chion que no sembrara dudas, señalando que parecía estar cuestionando la profecía del rey retirado.

Helaine acusó a Chion de estar celoso por no formar parte de la profecía, lo que enfureció al joven y provocó una discusión. Mientras tanto, el cuarto caballero del apocalipsis, sin su traje blanco, pasó desapercibido entre ellos en dirección opuesta. Poco después, encontraron a Pelio, el caballero rubí y jefe de la guardia de la puerta oeste, quien les informó que Chion se había separado para buscar al caballero solo.

En el grupo de Percival, Anne dudaba de la sinceridad de Chion hacia sus compañeros. Sin embargo, Percival prefería centrarse en la búsqueda de su objetivo. Animó a sus amigos a hacer lo mismo y a ser los primeros en hallarlo, superando así al grupo de Tristan.

De repente, la lluvia empezó a caer con fuerza. Helaine lamentó no haberse refugiado en el castillo antes de la tormenta. Tristán, al verla intentar cubrirse con sus brazos, le ofreció su capa, y ella le agradeció con una sonrisa.

«¿Qué debería de comprar?»

«¡Lluvia, que mala suerte!»

«Hoy debo decirle que la amo»

Sentado en el barandal del puente, Lancelot buscaba el pensamiento de un cuarto caballero, aquel cuya mente se resistía a revelarse. Suspiró Fue interrumpido por una voz fresca y clara que rompió el murmullo constante.

-¿Qué haces aquí bajo la lluvia? -preguntó una niña de cabello largo y oscuro, con un vestido rosado adornado en tonos más intensos en las mangas y dobladillos, y zapatos del mismo color- ¡Oye! ¡Pon atención! ¡Te enfermarás! -insistió ella, sus manos juntas detrás de la espalda.

-No, tú te enfermarás. Regresa a tu hogar, pequeña. -respondió Lancelot, intentando desviar su atención.

-No podrás crecer grande y fuerte si no duermes lo suficiente -ambos dijeron al unísono, sorprendiendo a Lancelot y despertando su curiosidad. Volvió su mirada hacia la niña, quedando su cuerpo ligeramente inclinado hacia ella.

-¿Estás leyendo mi mente? -preguntó Lancelot, sus ojos llenos de asombro.

-¡Uff! -soltó la pelinegra subiéndose en el barandal del puente para pararse junto a él- No, no tengo ese poder. Solo sabía que lo ibas a decir. Lancelot.

Everywhere I Go |Lancelot o Percival Donde viven las historias. Descúbrelo ahora