06. La soledad 🦊

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Lancelot estaba en la habitación de la princesa, observando con curiosidad todo lo que había allí.

—Oye… —dijo mientras Helaine rebuscaba en su gran caja de juguetes para encontrar lo que quería mostrarle— Tu mamá es muy linda.

—¡Por supuesto! —respondió Helaine con orgullo— No hay nadie tan buena como mi mamita. ¡Pero es mi mamita, eh!

—¡Eso ya lo sé! —respondió Lancelot, sonriendo.

Helaine rió un poco y luego lo miró con curiosidad.

—¿Y cómo es la tuya?

Lancelot se quedó en silencio un momento, bajando la mirada.

—No sé. Nunca la he visto.

Helaine lo miró, sorprendida.

—¿Te abandonó?

—¡Por supuesto que no, tonta! —Lancelot respondió rápidamente, ofendido— Mi mamá no sería esa clase de hada, ¡no digas tonterías!

—¡Lo siento! —dijo Helaine, apenada.

Lancelot suspiró y, después de un momento, habló con un tono más suave.

—Ella murió cuando yo era un bebé. Ni siquiera recuerdo su rostro. Papá y algunas hadas dicen que era la hada más hermosa, que tenía el cabello largo y rubio —dijo, tocándose su propio cabello— y los ojos marrones claros. Por eso no me quiero cortar el cabello. Pero eso hace que tenga varios problemas…

Helaine lo miró divertida y, sin filtro, soltó:

—Oh, ya sé. ¡Te hace ver como una hermosa niña!

Lancelot se puso rojo y miró hacia otro lado.

—¡Uy, pero no lo digas tan fuerte!

Helaine rió, pero luego lo miró con ternura, notando su vulnerabilidad.

—¿Es por eso que te gusta que mi mamita te mime? ¿Porque sientes que es como si fuera tu mamita?

Lancelot desvió la mirada, incómodo.

—No… yo… no sé… —respondió, con una mezcla de tristeza y anhelo— Solo… me hubiera gustado tener más tiempo.

Helaine cerró la caja con un movimiento decidido y sonrió con confianza.

—Está bien.

—¿Qué?

—También puedes querer a mi mamita como la tuya.

Lancelot frunció el ceño, sorprendido.

—¿Pero qué dices? ¡Eso no se puede!

Helaine, con un brillo en los ojos y un aire juguetón, continuó:

—¿Por qué no? ¡Seríamos como hermanos!

Lancelot se cruzó de brazos, su tono firme.

—Yo no quiero ser tu hermano y tampoco te quiero robar a tu mamá.

Helaine se acercó, su expresión desafiante.

—No me estás robando nada. Te doy permiso de estar con mi mamá. Si intentaras robártela, ¡te mataría! —dijo esto último con una sonrisa divertida pero amenazante.

Lancelot se estremeció un poco, sintiendo la intensidad en sus palabras.

—Tu aura se ha vuelto oscura. Cálmate —respondió él, intentando parecer indiferente.

Helaine, con un tono más suave pero aún decidido, dijo:

—Solo no me la robes o te las verás conmigo.

Everywhere I Go |Lancelot o Percival Donde viven las historias. Descúbrelo ahora