Diez años después, afuera del reino de Liones, dos pequeños traviesos recorrían el bosque, riendo y saltando de árbol en árbol. La pequeña niña de cabello rosado lanzaba miradas retadoras al niño rubio que la seguía de cerca.
—¡A qué no me alcanzas! —gritó ella, dejando escapar una risa burlona mientras aceleraba el paso. Llevaba una blusa rosa y un pantalón corto amarillo, sus zapatos cafés.
—¡Ya verás que sí! —respondió el niño con un brillo competitivo en sus ojos. Lleva una camisa blanca y un abrigo del mismo color con pantalón corto cafés.
De un salto ágil, la niña aterrizó en el suelo y, justo cuando se disponía a correr, unos brazos la rodearon por sorpresa. Ambos cayeron al suelo, rodando entre risas. Al detenerse, la niña quedó encima, triunfante.
—¡Te vencí, Lance! —exclamó ella con una sonrisa satisfecha.
—¡Ya quítate! —refunfuñó Lancelot, haciendo una mueca mientras intentaba zafarse de su agarre.
Con una sonrisa traviesa, la niña se levantó y dio unos pasos hacia adelante, ansiosa por seguir explorando el bosque. Pero, en un movimiento rápido, Lancelot la atrapó de nuevo y rodaron juntos por el suelo.
—¡Ja! ¡Te volví a vencer! —dijo ella, riendo.
De repente, unos ruidos de voces infantiles rompieron el momento. Al girar la vista, vieron a tres figuras conocidas acercándose: eran Isolda, Chion y Jade.
—¿Quiénes son ustedes? —dijo Lancelot, levantándose y dejando atrás a su amiga, mientras tomaba una posición de combate.
—Eso deberíamos decir nosotros —respondió Chion, cruzando los brazos.
—¡Isolda, hola! —exclamó la pelirrosa, levantándose y acercándose a la tímida niña—. ¿Qué hacen a las afueras de Liones? ¿No saben que los niños no deben estar aquí? Es peligroso.
—Tú también eres una niña —comentó Jade, apretando los puños contra su pecho.
—Es verdad —rió ella, rascándose la cabeza—. Mira, ellos son mis amigos: ella es Isolda, y ellos son Jade y Chion. Chicos, él es Lancelot. Vino desde muy lejos para jugar conmigo.
—Eso no es cierto. Estábamos entrenando —se cruzó de brazos Lancelot, serio.
—Bueno, eso también —respondió ella con una sonrisa traviesa—. ¿Quieren unirse?
—Princesa, debe regresar al castillo. Aquí es peligroso para usted —dijo Chion con preocupación.
—No quiero.
—Pero, princesa…
—¡Quiero seguir jugando! Seguro ustedes están aquí por una aventura y no me dijeron nada. ¡Son unos niños malos!
—Deja de hablar como si fueras la mayor —se quejó Jade, frunciendo el ceño.
—¡Claro que lo soy! Soy más alta que ustedes.
Se acercaron y, tras comparar, confirmaron que la princesa solo era más alta por unos tres o cuatro centímetros.
—Eso no quiere decir nada —refunfuñó Lancelot.
—Bueno, estoy aburrida. ¿Quieren ver más al fondo del bosque?
—Sería interesante ver qué hay —murmuró Chion, intrigado.
—¿Creen que encontremos a un monstruo? —preguntó Jade, con emoción.
—¡Sería divertido! —respondió la pelirrosa entusiasmada.
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Everywhere I Go |Lancelot o Percival
RomanceEn una reunión inesperada, cuatro jóvenes se unen como el cuarteto del destino, predicho para derrocar a Camelot. Entre ellos se encuentra Helaine, hija del rey de Liones, y Lancelot, un misterioso joven que despierta el interés amoroso de Helaine...