01. Un sacrificio vale por dos

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Evaine, la hada curiosa pero inmadura, se encontraba arreglándose para la boda de su hermano King. Había elegido un vestido rosado con detalles en blanco y amarillo en el escote, algo que la hacía sentir más cerca de las tradiciones humanas que tanto había estado observando. Mientras se miraba en el espejo pequeño, pensó en el vestido de Diane, con envidia pero también con un toque de cariño.

—También quiero verme así —murmuró para sí misma, ajustándose el vestido y viendo cómo caía con gracia a sus pies.

Al escuchar unos pasos, Ban el Zorro de la Avaricia entró en la habitación de Evaine. Aunque Ban estaba acostumbrado a la naturaleza salvaje y libre de Evaine, no pudo evitar sorprenderse por lo hermosa que se veía.

—Oye, Evaine. ¿Estás lista? —dijo Ban, sonriendo y mirando el vestido con una expresión juguetona.

—¡No deberías entrar así! Debes preguntar antes —Evaine levantó una ceja, sorprendida de su aparición intempestiva.

Ban se acercó con una sonrisa de lado, sin perder su carisma.

—Te ves hermosa —dijo con voz suave, cerrando los ojos como si disfrutara de la vista.

Evaine, al escuchar esas palabras, inmediatamente se ruborizó, tapándose la cara con las manos.

—¡No digas eso! —protestó, mientras intentaba evitar la cercanía de Ban. Él, sin embargo, no dejaba de acercarse con su carácter travieso— ¡No te acerques! Eres peor que el capitán... —Evaine lo señaló, pero Ban solo la miró con confusión, ya que no entendía del todo a qué se refería— ¿Eres un pervertido? —Evaine había escuchado todos los pensamientos de Ban, y había quedado sorprendida por los comentarios que él había hecho sobre ella.

Ban soltó una risa ligera.

—Oh, es eso. No es mi culpa. Llevamos juntos muchos años y aún no hemos consumado nuestra unión —dijo, bromeando, pero en su tono también había una pizca de sinceridad.

Evaine lo miró seria, pero aún algo avergonzada.

—Mi hermano y Diane tampoco —respondió con un tono aún más serio.

Ban se acercó aún más y la tomó de la mano, como si no le importara la respuesta de Evaine.

—¿Acaso me estás diciendo que quieres casarte? —preguntó, sin entender el trasfondo de las palabras de Evaine.

Ella no respondió inmediatamente, pero sus mejillas se pusieron más rojas. Infló sus cachetes, molesta.

—Eso es algo sagrado —respondió, desviando la mirada.

Ban la miró con cariño y seriedad, acercándose aún más.

—No necesito nada de eso para estar contigo —dijo con firmeza, colocando una mano sobre su hombro— Mi amor no tiene límites, Evaine. Siempre voy a elegirte.

Evaine miró sus ojos, confundida pero tocada por sus palabras. La cercanía de Ban la hizo sentir incómoda, pero también una pequeña chispa de algo más.

—¿Aunque lleve un monstruo en mí? —preguntó en un susurro.

Ban sonrió de forma cálida.

—Incluso así, te amaré siempre.

La tensión entre ellos se disipó por un momento cuando Ban se inclinó para besarla, sus brazos rodeando su cintura. Evaine jadeó, sorprendiéndose de la proximidad.

—Ban —dijo, su voz entrecortada, pero él se detuvo justo a tiempo, al darse cuenta de que Evaine aún no entendía del todo los sentimientos humanos.

Everywhere I Go |Lancelot o Percival Donde viven las historias. Descúbrelo ahora