02. Última esperanza 🦊🐉

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Ban y Evaine regresaban de su viaje por el mundo, sintiendo que era hora de volver a casa. Al llegar, King, quien no estaba al tanto de lo que había ocurrido, quedó pasmado al ver el vientre de su hermana, redondeado y evidente. Su cara se volvió pálida, y antes de que pudiera decir una palabra, se desmayó en brazos de Diane, quien tuvo que sostenerlo para evitar que cayera. Al despertar, King apenas procesó la situación y, en cuanto se puso de pie, salió disparado a perseguir a Ban por todo el bosque.

Diane, con un suspiro, miró a Evaine mientras la ayudaba a sentarse en una silla de la sala, rodeadas de ramas y hojas dentro de un gran árbol. Diane estaba en su forma pequeña, y ella también mostraba un ligero bulto en su vientre.

—¿Cuántos meses te faltan? —preguntó Diane, acariciando su propio vientre.

—En menos de dos meses nacerá —Evaine sonrió y acarició su vientre con dulzura.

—¡¿Ban te estuvo llevando así por todo el mundo?! —exclamó Diane, sorprendida— ¡Es un insensible!

Evaine la miró alarmada y rápidamente la tranquilizó.

—¡No, no! —rió suavemente— Fui yo quien insistió. Vimos lugares maravillosos, Diane. Ban me cuidó todo el tiempo, como siempre lo ha hecho desde el momento en que nos conocimos. Fue muy cariñoso y atento.

Diane cruzó los brazos con desconfianza y murmuró:

—Pero... ni siquiera se casaron.

—Ban dice que no es necesario —Evaine sonrió, sus alas brillando un poco— Nosotros nos amamos, Diane.

—¿Seguro? Evaine, ¿no habías dicho que querías una boda?

—Bueno, tal vez lo mencioné, pero era porque quería estar siempre con Ban —Evaine miró a sus pies y bajó, caminando despacio con pequeños zapatos que había elegido para acompañar a Ban en sus viajes. Aunque era un hada, había aprendido a amar el simple acto de caminar— Él me explicó que, con o sin boda, siempre estaremos juntos. Así que decidí no hacer ninguna ceremonia. Además, ¡pronto seremos papás! —dijo emocionada, mirando su vientre. Sin embargo, frunció el ceño ligeramente—. Aunque... aún no me explico por qué nuestro hijo está creciendo dentro de mí. Todas las hadas nacen del Árbol Sagrado.

Diane apretó los dientes, sintiendo una mezcla de compasión y enojo. Evaine era tan inocente... Pero Ban... ¡Ban era un sinvergüenza! Por otro lado, pensó en las palabras de su capitán: Por seguridad, Evaine no debe caer en manos equivocadas y tampoco debería poder quedar embarazada.

Nadie creyó que esto podría pasar, especialmente cuando Evaine era conocida como la Dama de la Muerte, literal, era un cadáver por un hechizo. No había posibilidad alguna... hasta ahora.

—¿Ban ha dicho algo sobre eso?

—Está feliz, Diane.

Evaine tomó una fruta de la mesa y la mordió con gusto. Su apariencia de adolescente y sus risas despreocupadas la hacían ver tan pequeña e inocente. Diane susurró, con una mirada llena de tristeza.

—Eres igual que Leonor...

«¿Voy a perder a mis dos amigas...? ¿Una por cargar con el zorro de nueve colas en su interior y la otra por luchar contra su frágil corazón?»

Mientras Diane se sumía en sus pensamientos, un ruido detrás de ellas las interrumpió. Ban, cansado de la persecución, había decidido enfrentarse a King. Sin embargo, King, furioso por la noticia de su hermana, logró contenerlo con una velocidad sorprendente.

—¡Yo, el Rey de las Hadas, defenderé el honor de Evaine! —exclamó King, sus alas vibrando mientras se lanzaba al ataque.

—¡Fue cosa de dos! Relájate un poco, ¿quieres? —Ban esquivó otro golpe y rodó los ojos.

Everywhere I Go |Lancelot o Percival Donde viven las historias. Descúbrelo ahora