Chion obedeció y se acercó al niño con tono burlón, fingiendo ignorancia respecto a las advertencias de Tristán. Al ser tocado en el antebrazo por el infante, una punzada aguda lo abatió, haciéndolo caer al suelo entre quejidos.
-Tu brazo muestra signos de infección... ¿Por qué has hecho esto? -inquirió Jade, observando al joven de cabellos verdes.
-Jade, libera la oscuridad de una vez -ordenó Tristán, junto a su hermana-. Debes mostrarle al joven las consecuencias de sus acciones.
-De acuerdo -respondió, aunque con vacilación, extendiendo su mano hacia el niño.
Sin embargo, Jade detuvo su avance al sentir una mano en su cuello, amenazando con su vida. Una patada de Tristán lanzó a Percival al aire, donde ambos se enzarzaron en un duelo aéreo. A pesar de que los poderes de las diosas no afectaban a Percival, las espadas de Tristán le trazaron una X en el torso. Herido, Percival cayó al suelo.
Sus compañeros, a pesar de sus heridas, se levantaron para protegerlo. Las palabras de aliento conmoverieron a Percival, quien cesó su ataque al ver a sus amigos vivos. Exhaustos, los jóvenes se desplomaron en el suelo. Percival intentó curarlos con su magia, pero fracasó; fue Tristán quien los sanó.
-Estrella sanadora -murmuró.
-Me alegra que estén bien, chicos -dijo Percival, con una expresión de alivio y alegría, casi en lágrimas al ver a sus amigos recuperados- ¡Hwah! ¡Y mi magia ha regresado también! -exclamó, sus ojos brillando con esperanza renovada.
Isolda explicó el linaje divino de Tristán, descendiente de un clan de dioses, lo que le confería el don de curar las heridas.
-¡Es correcto! -añadió Tristán con una sonrisa- ¡Casi cualquier cosa! ¡Excepto, desafortunadamente, la ropa!
Su mirada chispeante reveló humor, aunque solo su hermana e Isolda compartieron la risa. Los extranjeros presentes mostraron confusión, provocando una reprimenda leve de Isolda.
Tristán intentó asistir a Chion con su magia, pero el brazo del joven no mejoraba. Percival restauró la integridad del miembro, y Tristán demandó disculpas de Chion hacia Percival y sus amigos, aunque su sinceridad quedó en duda, perceptible solo para Anne.
Tristán, investigando el incidente, descubrió el malentendido que había llevado a la persecución de Percival por parte de Isolda y Helaine, interpretado erróneamente como una amenaza.
-¡No he hecho nada, hermano! -exclamó Helaine, agitando las manos- ¡Solo intentaba evitar que Isolda cometiera una locura!
-Entonces, Isolda, ¿por qué perseguías a Percival? -inquirió Tristán, curioso.
-¿Eh? -Isolda se ruborizó, apartando la mirada- Este chico... Me arrebató algo -susurró, su voz llena de incomodidad.
-¿Qué? -preguntó Tristán con una sonrisa, mientras Isolda trataba de contener las lágrimas- ¿Qué te ha robado?
Un silencio tenso se apoderó del lugar hasta que Helaine recordó y esbozó una sonrisa nerviosa al ser notada por Percival.
-Era algo muy preciado, algo que solo compartiría con una persona... -sus lágrimas amenazaban con desbordarse- Yo... Ya no merezco mirarte a los ojos -sus palabras resonaron antes de que, de repente, saliera corriendo.
-¿Eh? ¿Qué quiso decir con "Hasta nunca"? ¿Acaso hice algo para merecer su odio? -se preguntó, desconcertado por la repentina partida de Isolda.
La incredulidad se apoderó de todos. Anne, confundida, buscó respuestas en Percival, quien le susurró al oído la situación, provocando que él recibiera un ligero golpe en la cabeza por parte de su amiga, cuyo rostro se ruborizó por el descontento. Al observar a su hermana tratando de aparentar indiferencia mientras se mantenía con las manos tras la cabeza en un gesto de resignación, Tristán le lanzó una mirada que imploraba una explicación sobre lo sucedido con Isolda.
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Everywhere I Go |Lancelot o Percival
Roman d'amourEn una reunión inesperada, cuatro jóvenes se unen como el cuarteto del destino, predicho para derrocar a Camelot. Entre ellos se encuentra Helaine, hija del rey de Liones, y Lancelot, un misterioso joven que despierta el interés amoroso de Helaine...