Percival era el nieto de un gran brujo que, al igual que él, había fallecido. Sin embargo, Percy reencarnó en otro cuerpo y ahora se encontraba en busca de su abuelo. Percival estaba confundido; intentaba comprender por qué estaba en otro cuerpo y, para añadir a su desconcierto, ahora tenía padres. Según le habían contado, habían tenido un accidente automovilístico con sus compañeros del colegio y él había sido el más afectado.
Sin embargo, no recordaba nada. Así que comenzó su búsqueda, decidido a encontrar a su abuelo. Llegó incluso a la conclusión de que debía localizar a la bruja involucrada el día en que falleció su abuelo.
-¿Quién eres? -preguntó una chica de cabello rosado mientras se ponía los zapatos-. Nunca te había visto -dijo, levantándose para buscar su sombrero-. ¿De quién son estos zapatos? -murmuró, quejándose al sentir dolor en los pies-. No creas que te lo agradeceré solo porque me hayas sacado del hechizo de Varghese -añadió mientras se acercaba al espejo de la sala y se ponía unas gafas negras-. ¿No piensas hablar?
Percival intentó emitir algún sonido, pero no podía hablar porque tenía una cinta cubriéndole la boca. Ella se la quitó bruscamente, y él apretó los dientes.
-Mi nombre es...
-¿Cómo dices que te llamas?
-Soy...
Ella no pudo escucharlo. Al parecer, alguien estaba protegiendo al chico de otras brujas, pero no sabía por qué.
-Bien, como sea -sonrió- Debo irme, fue un gusto conocerte -dijo, aunque tras pensarlo un poco hizo una mueca-. No, estoy mintiendo.
La chica se dirigía hacia la salida cuando Percival, de repente, le hizo una pregunta.
-¿Sabes el camino hacia el sendero de las brujas?
-¿Cómo sabes de eso? -preguntó ella, sorprendida. La pelirrosa alzó una ceja, visiblemente sorprendida. Al parecer, aquel chico sabía más de lo que aparentaba, y eso le generaba cierta desconfianza. Ella frunció el ceño, ladeando la cabeza mientras lo observaba con escepticismo- ¿Cómo sabes del sendero de las brujas? -preguntó, entornando los ojos. Su voz denotaba algo entre intriga y fastidio-. No es un lugar al que cualquiera pueda acceder.
Percival tragó saliva, pero su determinación era más fuerte que el miedo.
-Lo necesito -respondió él, enderezándose a pesar del dolor en sus piernas-. Se supone que al final del sendero obtienes lo que quieres, y yo necesito ser más fuerte... Y tú... -se detuvo, evaluándola con la mirada-. Tú debes saber algo.
La bruja soltó una risa breve y amarga, acomodando sus gafas negras con un toque de desdén.
-Oh, chico, tú no tienes ni idea de dónde te estás metiendo -dijo ella, con una sonrisa torcida-. El sendero de las brujas no es un camino de flores ni cuentos de hadas. Es un lugar donde tus miedos toman forma y tus deseos se retuercen en pesadillas.
-Lo sé -respondió él con una sonrisa-. Y aún así, quiero ir.
La bruja lo miró en silencio, midiendo la resolución en sus palabras. Tras un momento, suspiró, como si todo le diera igual.
-Chico... -se acercó a su rostro, casi rozando su nariz con la de él-, el sendero no existe -dijo, antes de empujarlo bruscamente hacia atrás.
Percival sintió un escalofrío, pero no se dejó intimidar.
-Sí existe. Tú sabes que sí.
Ella entrecerró los ojos, evaluándolo con expresión desafiante.
-¿Y por qué habría de ayudarte?
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Everywhere I Go |Lancelot o Percival
RomanceEn una reunión inesperada, cuatro jóvenes se unen como el cuarteto del destino, predicho para derrocar a Camelot. Entre ellos se encuentra Helaine, hija del rey de Liones, y Lancelot, un misterioso joven que despierta el interés amoroso de Helaine...