14. El Cuarteto del Destino

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El zorro, con agilidad felina, saltó desde el tejado, ejecutando una voltereta, para luego ser envuelto en un velo de humo, transformándose en un ser humano. Así, los cuatro elegidos se encontraban por fin juntos: un enigmático joven de aspecto cambiante, un chiquillo con cabellos verdes que asemejaban alas, un príncipe cuyos ojos mostraban una dualidad entre maldad y bondad, y una doncella portadora de una magia dorada.

-¡Ah, ja, ja, ja! ¡Observen esto! ¡Mi corazón palpita con fervor! ¿Serán ustedes, acaso?... ¡El cuarteto del destino! -exclamó el caballero Pellegarde, emocionado al ver a aquellos cuatro jóvenes- Son los cuatro cataclismos anunciados por la profecía... El grupo destinado a derribar Camelot, el reino erigido por mi señor... ¡Los cuatro jinetes del apocalipsis!

-¡Pellegarde! -llamó Percival.

-¿Qué deseas? ¿Estás dispuesto a combatir ahora que cuentas con estos aliados?

-Al final... ¡No deseo luchar! -respondió, su mano aferrándose al mango de la espada que reposaba en su espalda, sin sacarla aún- ¡No puedo albergar en mi corazón el mismo odio que siento hacia mi padre y el rey Arthur!

-¿A qué te refieres? -inquirió Tristán.

Percival, con un corazón leal, buscaba redención al intentar cambiar de bando. Sin embargo, Pellegarde, firme en su decisión, rechazó tal propuesta. Antes de partir en su escudo volador, dejó caer una esfera que encerró a los amigos y a Gawain en un cubo perfecto.

Gawain, con un susurro, desvaneció el cubo. A pesar de la sorpresa de Tristán, quien pensó que había sido ella, fue al rescate de Percival.

-Señora Gawain, ¿cómo ha realizado tal hazaña? ¿Acaso ha empleado la "Cancelación absoluta"? -indagó Helaine, revoloteando alrededor de Gawain con curiosidad. Esta, en respuesta, dejó escapar una risa de satisfacción, deleitándose en la admiración de la joven princesa, quien detuvo su danza al llegar frente a ella, con una sonrisa resplandeciente- ¡Es verdaderamente extraordinaria!

-Se impresiona con facilidad -murmuró Lancelot, observando a su amiga con una expresión de desaprobación.

-¿Me enseñará, señora? Lancelot es muy reservado conmigo -añadió Helaine con un gesto de puchero. Lancelot, al escuchar sus palabras, arqueó una ceja- Afirma que aún no estoy preparada para aprender.

-Me parece que posees la habilidad necesaria para ello; si lo deseas, podría instruirte en algo más, princesa -dijo Gawain, esbozando una sonrisa coqueta mientras posaba su mano en el hombro derecho de Helaine. Por un instante, la joven se sintió emocionada.

-¿O soy yo, o acaso ella está coqueteándole a la princesa? -murmuró Anne, entrecerrando los ojos y cruzando los brazos-. ¿Deberíamos intervenir por Percival, Lancelot?

-Permitemos que Tristán se encargue -respondió Lancelot, metiendo las manos en los bolsillos mientras se acercaba a las dos mujeres, haciendo caso omiso a los comentarios de los demás-. Escucha, ¿cuáles son tus intenciones?... Te sugiero que dirijas tu mirada en otra dirección -advirtió a Gawain, al ver que se aproximaba más a Helaine.

Su mirada era como la de un zorro vigilante, atenta y astuta, siempre alerta ante cualquier amenaza que pudiera acechar lo que consideraba su territorio. Gawain comprendió que la princesa nunca sería de su propiedad y dejó de tocarla tomando un poco de distancia y cruzando los brazos con una sonrisa de lado.

-¿Qué sabes tú? Si desprecias la determinación de una princesa.

-Oigan -intervino Helaine, interponiéndose en su camino con las manos alzadas como queriendo detener una posible confrontación entre ellos- Ahora son aliados; deberían llevarse bien.

Everywhere I Go |Lancelot o Percival Donde viven las historias. Descúbrelo ahora