17. Lancelot vs Arthur

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-Así que tú eres el rey Arthur, ¿verdad...?

-Sí, ¿y qué hay con eso? -respondió con una sonrisa.

Algunos de los espectadores no podían dar crédito a que Lancelot pudiera derrotarlo. Lancelot levantó su mano, invocando la habilidad del Disastre, la cual se describe como una autoridad sobre la vida y la muerte. Gracias a su destreza en las artes superiores del combate, causó un mínimo rasguño que marcaba la frontera entre la vida y la muerte. De esta manera, Lancelot hizo sangrar al rey con un solo movimiento. Aprovechando la sorpresa del rey, Lancelot lanzó un golpe limpio, lo suficientemente potente como para alejarlo. Una vez que el rey se retiró, Lancelot apareció detrás de él, gracias a su habilidad dimensional, y le propinó una patada certera.

El rey se recompuso y atacó directamente, pero gracias a otra habilidad dimensional, el ataque resultó ineficaz y el rey falló. Arthur presumió de su espada, asegurando que siempre se regeneraría. Mientras tanto, Lancelot utilizó la habilidad de la Fox Hunt para arrebatarle dos dientes. Aunque Arthur se regeneró y explicó por qué no restauró su brazo, Lancelot aprovechó su habilidad del Zero Sing para acercarse a máxima velocidad y derribarlo sin que el rey se diera cuenta. Esta habilidad, que oculta su presencia y ralentiza el tiempo, sumada a la enorme velocidad de Lancelot, fue suficiente para tumbar al rey.

Durante el singular duelo entre Lancelot y Arthur, se vio una igualdad tal que forzó al rey a desplegar su magia. Fue Tristan quien afirmó que, tras su "desaparición", el poder de Lancelot había florecido de manera tal que eclipsaba por completo el suyo, permitiéndole rivalizar con los Siete Pecados Capitales.

Arthur, con una sonrisa benevolente y ojos oscuros, se aproximó sigilosamente a Lancelot, y en un susurro que solo ellos dos pudieron oír, intercambiaron palabras. Pero de repente, el rey sintió un dolor penetrante en su pecho, y mientras su figura se desvanecía, aún sonreía al joven, mientras su cuerpo se deshacía en el éter. Lancelot, con ira en sus ojos, no vaciló en su deseo de acabar con él.

A los ojos de todos los presentes, Lancelot había humillado al mismísimo rey Arthur, quien, satisfecho con su juicio, declaró la guerra a los Caballeros del Apocalipsis y a sus aliados, jurando erradicarlos antes de partir junto a una gigantesca nave voladora que apareció súbitamente en el cielo del reino.

Helaine corrió hacia Lancelot, quien la recibió con sorpresa y brazos abiertos. Ella estaba preocupada por él, aunque su lesión no parecía ser grave; había sido obra del rey Arthur. Después de soltarlo, Helaine sintió la presencia de alguien más.

-Leonor -dijo Meliodas con una sonrisa nerviosa cuando la tuvo a pocos metros de distancia. Ella, agitada, miraba a su hijo, quien ocultaba su rostro tras una cortina de cabello- Los niños están...

Leonor pasó junto a él, empujándolo ligeramente para abrazar a su hijo.

-Tristan -lo llamó, apoyando su cabeza en su pecho- Me alegra verte bien -susurró.

Helaine se aproximó a su padre mientras observaba con una sonrisa a su madre y hermano. Meliodas posó una mano sobre el hombro de su hija y también sonrió ante la escena.

-Mamá, estoy bien -sonrió Tristan, avergonzado, con una mano en la espalda de su madre.

Leonor se separó de Tristan y lo contempló con lágrimas en los ojos, antes de girarse hacia su hija.

-Helaine -la llamó, acercándose para abrazarla.

Todos quedaron conmovidos ante esta escena familiar, reyes y príncipes juntos.

En el crepúsculo de la noche, Thetis, la hechicera de mirada penetrante, se sumergió en la revisión de los ex-mandamientos, solo para ser interrumpida por la llegada sigilosa de Lancelot. Él, el guerrero taciturno que evitaba los encuentros con Helaine tras la feroz contienda con el rey Arthur. Thetis, con su aura de sabiduría y poder, le reprochó su reluctancia, señalando las consecuencias funestas que acarreaba su renuencia a enfrentar la verdad que les acechaba en Camelot.

Everywhere I Go |Lancelot o Percival Donde viven las historias. Descúbrelo ahora