En los sombríos confines del calabozo, Jericho proyectó su amenaza con una claridad que helaba la sangre. Aseguró que la próxima vez no se detendría en extinguir la vida de su objetivo, sin importar cuántos se interpusieran en su camino, incluso si la mismísima princesa Helaine, a quien alguna vez atesoró, se interponía en su senda. La detestaba con una conciencia aguda de que ella no comprendía el impacto que tenía en Lancelot. A pesar de ello, el caballero rubio permanecería siempre vigilante, rendido a sus pies.
-No puedes haber llegado a tanto -Lancelot mantuvo sus ojos fijos en Jericho mientras éste confesaba un intento previo de acabar con la vida de Helaine años atrás, durante su viaje a Edimburgo. Fue en aquel entonces cuando la reina cayó bajo una maldición y Tristán no regresó de su misión.
-Lo hice -respondió ella con una sonrisa, mientras sus lágrimas estaban congeladas por el hielo y fueron barridas de sus mejillas con un gesto-. En este momento, no lamento haberlo intentado. Si hubiera tenido éxito, quizás no me habría alejado de tu lado.
-Espera... ¿Qué estás insinuando?... Maestra... Estás siendo manipulada por el rey Arthur.
Jericho pronunció unas palabras, y pronto una luz deslumbrante la envolvió, obligando a Lancelot a cubrir sus ojos con el brazo derecho. Cuando finalmente pudo ver, corrió hacia el caballero del caos, buscando el pulso en su cuello. Pero ya era demasiado tarde. Jericho había congelado literalmente su mente.
Lancelot apretó los dientes y rugió con furia, lanzando un grito de odio hacia el rey Arthur. Había perdido a su maestra, pero algún día la recuperaría y Arthur no podría arrebatarle nada más.
Mientras tanto, los otros caballeros del apocalipsis y sus aliados enfrentaban los estragos causados por la fusión de Melagaland. Utilizando una neurotoxina letal de acción lenta, este había perturbado gradualmente los tres canales semicirculares del equilibrio, mermando la dirección, precisión y evasión. Hendrickson intervino, protegiendo su rostro con un pañuelo impregnado, Nasiens neutralizó el veneno en los cuerpos de sus camaradas y los caballeros sacros. Melagaland embistió a Nasiens, pero la intervención de Dreyfus lo detuvo.
Isolda se unió al combate, desplegando sus habilidades, pero fue herida por Melagaland justo cuando Helaine recobraba la conciencia.
A pesar de los esfuerzos de los caballeros sacros, sus ataques apenas surtían efecto. Helaine se puso de pie lentamente, con una línea de sangre marcando su frente y otra manchando su ojo izquierdo. Aunque percibía el esfuerzo y la esperanza en los rostros de sus compañeros, su amiga seguía ahí, luchando con fervor mientras expresaba su amor por el príncipe y su lealtad hacia ella.
-¡Detente! -gritó con todas sus fuerzas cuando Melagaland se abalanzó hacia Isolda, dispuesta a aplastarla bajo su pie, sin embargo, lanzó una llama negra que desvió la dirección del pie de su enemigo.
Tristán despertó sobresaltado, presenciando el caos que se desataba. En un instante, estaba al lado de Isolda, sosteniéndola entre sus brazos. La llevó junto a Hendrickson y se encontró frente a su hermana, quien cayó exhausta de rodillas, con la cabeza gacha. Él la sostuvo por los hombros y levantó su rostro, su mano izquierda acariciando su mejilla con ternura. Con un gesto firme, rodeó su espalda con un brazo y bajo sus piernas con el otro, alzándola en el aire mientras dirigía una mirada desafiante al responsable de sus heridas, su marca demoníaca a punto de emerger en su frente una vez más.
Sin perder tiempo, se plantó frente a Percival, quien mostró sorpresa al recibir a Helaine en sus brazos, y le instó a llamar a Lancelot antes de enfrentarse al enemigo. Con determinación, arrancó la cabeza de Melascula y, con una patada, despedazó su cuerpo en fragmentos que pronto comenzaron a regenerarse. Melascula conjuró manos oscuras que se alzaron desde las sombras del suelo, aprisionando a los demás, pero Tristán permaneció impasible, infundiendo temor en ellas. Luego, arrancó a Melascula de su cuerpo sin mostrar piedad alguna, haciendo uso de su poder heredado de sus padres.
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Everywhere I Go |Lancelot o Percival
RomanceEn una reunión inesperada, cuatro jóvenes se unen como el cuarteto del destino, predicho para derrocar a Camelot. Entre ellos se encuentra Helaine, hija del rey de Liones, y Lancelot, un misterioso joven que despierta el interés amoroso de Helaine...