~𝘾𝙝𝙖𝙥𝙩𝙚𝙧 𝙤𝙣𝙚 𝙝𝙪𝙣𝙙𝙧𝙚𝙙 𝙛𝙤𝙪𝙧𝙩𝙮 𝙩𝙝𝙧𝙚𝙚~

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𝘏𝘢𝘺 𝘶𝘯 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘯𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘤𝘢𝘥𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴, 𝘯𝘰 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘦𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪́𝘦 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘴𝘢𝘯𝘵𝘰

Carl Grimes

Estábamos en esa casa abandonada, era la segunda vez que nos quedábamos varados por culpa de una horda, tapamos todas las ventanas y puertas, todos estaban cansados y heridos.

Algunos estaban dormidos, otros estaban hablando y metidos en sus propios asuntos, yo estaba en una esquina, abrazado a mis piernas, principalmente porque me tenían vigilado.

Mire a la pelirroja, ella estaba con ese otro chico, Leo....Mi mandíbula se tenso al ver como ella hablaba con el y reia, sentí algo en mi pecho, una sensación extraña....

No lo entiendo...¡No me entiendo!

La odio, la odio, la odio, la odio...Pero...Una parte de mi la ama...La ama....

Mire a otra parte, y mi vista choco con el cuerpo de Lexie, la observé de arriba a bajo, era hermosa...Pero no tanto como ella....

-Tienes que odiarla Carl....- me susurre a mi mismo mientras jalaba mi cabello- Odiarla....Odiarla...Tengo que odiarla...- cerré mi ojo para poder calmarme, porque a ese paso me iba a dar un ataque de pánico, y ya había tenido muchos últimamente.

...

No había dormido nada, mi ojo rojo y con ojeras decía mucho, mi rostro tenía cara de pocos amigos, eran probablemente las dos de la mañana...

No pude dormir porqué las pocas dos horas que logré dormir tuve pesadillas, y luego cuando lo intenté ya se me había ido el sueño, y además, alguien estaba llorando, sus sollozos bajitos resonaban en el silencio del lugar, aunque eran difíciles de escuchar...

La oscuridad del lugar me daba la
sensación de que alguien iba a venir por mi, de que los Salvadores volverían y de que me volverian a torturar....

Lo único que iluminaba el lugar era una linterna que papá dejó por ahí, y una linterna que me había dado.

Vi como una silueta bajita y delgada se levantaba de su lugar, pude reconocer de quien era, su cabello rojo resplandecía incluso en la oscuridad de la noche.

Mi mirada la siguió, viendo como subía las escaleras, iba con algo en su espalda y yo ya sabía que era, su arco, subió las escaleras y doblo una esquina, me levante con cuidado y subí las escaleras tan suave como pude.

ALONNE 2: 𝑬𝒍 𝒓𝒆𝒈𝒓𝒆𝒔𝒐 𝒅𝒆 𝑽𝒊𝒗𝒊𝒂𝒏 𝑪𝒐𝒍𝒆𝒎𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora