~𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝒇𝒐𝒓𝒕𝒚 𝒐𝒏𝒆~

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𝑵𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒅𝒖𝒄𝒕𝒂 𝒆𝒔 𝒍𝒂 𝒖𝒏𝒊𝒄𝒂 𝒑𝒓𝒖𝒆𝒃𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒔𝒊𝒏𝒄𝒆𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒅𝒆 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐𝒔 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏𝒆𝒔

Vivian Coleman Ford

Daryl me miro mientras sacaba una cuchara de Dios sabra donde.

-Abre- ordeno ignorando mi pregunta, lo mire confundida y luego mire la cuchara que tenía la sustancia que parecía ser caldo.

Negué mientras hacia una mueca.

-Puedo sola- respondí mientras trataba de agarrar la cuchara yo pero una punzada de dolor me gané al mover la mano, hize una mueca y solte un quejido- Que quede claro que eso no es nada y puedo hacerlo sola- aclare.

-Si claro, y yo soy famoso- dijo rodando los ojos y acerco la cuchara a mi rostro- Vivian, abre la boca-

Negué de nuevo.

-No soy tan inútil, puedo hacerlo yo sola, ¡Parecere un bebé si me das de comer!- exclame divertida y frustrada, y antes de poder deternelo, Daryl metio la cuchara a la fuerza en mi boca, trague la sopa mientras lo miraba fulminante- De veras que me caes mal, puedo mover el otro brazo, estas exagerando- me queje mientras recibía otra cucharada de mala gana.

-Denisse dijo que no podías moverte en lo absoluto- dijo mientras me miraba.

-No creo que se refiriera a no poder comer por mi misma- me queje mientras miraba el plato que estaba en las manos de Daryl.

-Especifico muy claramente que no debías moverte- dijo y recibí otra cucharada mientras me dedicaba a mirarlo mal- Ya que las heridas están frescas y podría volver a abrirse y eso sería un problema- dijo mientras dejaba el plato vacío a un lado, suspire aliviada, pero salte gruñido cuando me estendio una manzana, no quería comer nada ahora- Tienes anemia, Vivian, tienes que comer- me regaño dándome un golpe en la nuca, solté un quejido de dolor, este pareció notarlo y su rostro reflejo preocupación- lo siento-

-Tu también recibiste bastantes heridas y estás de pie- dije mirandolo mientras mordía la manzana, Daryl me fulmino con la mirada.

-No uses mis palabras en mi contra, mocosa astuta- se quejo mientras se sentaba en el sillón, poniéndose más cómodo y arrebatandole el cómic que tenía en mis piernas.

-¡Hey!- me queje, pero hizo caso omiso a mi queja y solté un quejido, agarre otro que había por ahí y me dispuse a leerlo.

-Que quede claro, en ningún momento te quise muerta, babosa, me asusté bien feo cuando vi que te querían sacar hasta los organos- se quejo mientras me jalaba el cabello, rei por eso, el se disculpo por ello pero la verdad a mi no me ofendio, al contrario, me dio risa.

ALONNE 2: 𝑬𝒍 𝒓𝒆𝒈𝒓𝒆𝒔𝒐 𝒅𝒆 𝑽𝒊𝒗𝒊𝒂𝒏 𝑪𝒐𝒍𝒆𝒎𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora