~𝘾𝙝𝙖𝙥𝙩𝙚𝙧 𝙤𝙣𝙚 𝙝𝙪𝙣𝙙𝙧𝙚𝙙 𝙨𝙚𝙫𝙚𝙣𝙩𝙮 𝙛𝙞𝙫𝙚~

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𝘓𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘢́𝘴 𝘲𝘶𝘦𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴, 𝘴𝘰𝘯 𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘢́𝘴 𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘴𝘵𝘳𝘶𝘺𝘦𝘯

Vivian Coleman Ford

Después de rogarle a Rick porque no me hiciera ir y que al final mis súplicas le importaran tres hectáreas de mierda, volvimos a la sala, entre abatida y me senté en el sillón, junto a Lilith, quien me miró preocupada, ella sabía como me estaba sintiendo, ya se lo había contado, o bueno, ella lo había adivinado, la rubia es bastante inteligente.

Vi a Rick llegar, mis ojos ardían, no quería ir, no quería ver mas fuego, no quería más guerra, no quería ser la maldita causante de la rebelión. Yo no era la cara de esta rebelión, era solo Vivian, una niña.

-A los que llamen vayan y prepárense, nos iremos de una vez- aviso Rick.

Lo hizo apropósito, esa parte la hizo apropósito, el estaba haciendo esto por maldad, ¿que clase de líder hace esto? Esta actuando como un inmaduro, y se supone que la inmadura soy yo.

-Las personas que me acompañarán a la misión serán Daryl, Rosita, Asher, Lilith, Carl- empezó a decir, mis ojos estaban llorosos, sabía muy bien que iba a nombrarme- Michonne, Aaron y por último...- me miró, yo solo miraba al piso con la mirada perdida, las personas a las que habia llamado ya se habian parado, estaban esperando en la puerta para irse junto a la ultima persona, yo...- Vivian- dijo y me miró.

Una lágrima se deslizó por mi mejilla al oír mi nombre, giré mi cabeza hacia Rick y lo mire mientras la lágrima se deslizaba por mi barbilla.

Rick me miró al principio mal, luego, su mirada cambió, hasta que terminó bajándola.

Me levanté lentamente del sofa con ahora otra lágrima cayendo por mi otra mejilla, me dirigí a la puerta, con la mirada de Carl encima mio, salí de la casa sin esperar a los demás, pues sabia que venían detrás mío.

Nos arreglamos, me puse las botas negras, el chaleco antibalas, mi cabello estaba suelto, puse mi arco en mi esplada junto con el carcaj con las flechas, tenía pocas...

Mientras me abrochaba el chaleco, que se me estaba dificultando, vi a Carl sentado en un tronco de un árbol caído, estaba mirando sus manos, las cuales tenían heridas en sus muñecas por las esposas que le han estado poniendo para que no intente nada mientras esta durmiendo.

Mire a los demás, todos estaban ocupados, recorde todo lo que le dije y la culpa me comió viva, habeses me odio, no, que digo, yo siempre me e odiado.

ALONNE 2: 𝑬𝒍 𝒓𝒆𝒈𝒓𝒆𝒔𝒐 𝒅𝒆 𝑽𝒊𝒗𝒊𝒂𝒏 𝑪𝒐𝒍𝒆𝒎𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora