~𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕𝒚 𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏~

1.1K 78 74
                                    

𝑳𝒂𝒔 𝒑𝒆𝒓𝒔𝒐𝒏𝒂𝒔 𝒕𝒓𝒊𝒔𝒕𝒆𝒔 𝒂𝒎𝒂𝒏 𝒍𝒂 𝒍𝒍𝒖𝒗𝒊𝒂 𝒑𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒚𝒂 𝒏𝒐 𝒍𝒍𝒐𝒓𝒂𝒏 𝒔𝒐𝒍𝒂𝒔

Carl Grimes

Pasaron aproximadamente dos horas, la pelirroja se había quedado dormida, y yo no me había separado de ella por si las dudas.

Dejarla sola en un momento así era como dejarla sola con una horda, ella no era estupida y aprovecharía la oportunidad para hacer algo, y no estaba dispuesto a arriesgarme así, soldado avisado no muere en guerra.

Me separé con cuidado para no despertarla y me bajé de la cama, camine hasta uno de mis cajoneras y me quede mirando las cosas que habían en este, técnicamente Vivian ya se había pasado a mi habitación, o bueno, yo la hize pasarse a mi habitación, no hubo quejas de parte de mi padre así que no hubo problema.

La habitación de Vivian ya estaba completamente vacía, a excepción de la cama y algunas cosas más, su ropa la habíamos pasado a mi armario, aunque ella insistió en que la dejáramos en otro lado, algunas cosas estaban en mi cajonero, no me molestaba, se sentía bien no estar sola en esa habitación.

Me acerqué a la piedra violeta que había sobre el cajonero y la tomé con cuidado, mire su tamaño, figura y color, Abraham se la había dado a Vivian antes de que todo se fuera a la mierda, antes de que Negan lo matara, si yo estoy odiando a ese hijo de perra en estos momentos, Vivian debe de querer matarlo.

Escuche como alguien llamaba a la puerta, camine hasta ella y cuando la abrí mi quede mirando con cara de pocos amigos que Matthew.

Matthew y yo no nos llevábamos bien, pero no lo odiaba, solo no me gustaba que siempre quisiera estar cerca de Vivian, pero no puedo decir que es alguien malo.

-Hola Carl- saludó Matthew con el mismo rostro que yo.

-Hola Matthew, seré directo, ¿qué haces aquí?- pregunte directamente, el castaño rodo los ojos y me estendio una caja.

-Y yo también seré directo, claramente no nos llevábamos bien, y no es muy de mi agrado ver tu rostro- hablo y le di una mirada asesina- Pero teniendo en cuenta de que nos veremos todos los santos días, será mejor acostumbrarnos, además, traje esto- dijo y me volvió a estender la caja.

-¿Me queires envenenar?- pregunte molesto.

-Ganas no me faltan- admitió y juro que en ese momento me cayó aún peor- Pero no, no está envenenado, porque muy en el fondo te entiendo aprecio, pero saliendo se ese tema, es para ti y para Vivian- explico.

-No voy a comer lo que sea que haya aquí y después dárselo a Vivian, tal vez le echaste veneno- el chico gruño por mi terquedad.

ALONNE 2: 𝑬𝒍 𝒓𝒆𝒈𝒓𝒆𝒔𝒐 𝒅𝒆 𝑽𝒊𝒗𝒊𝒂𝒏 𝑪𝒐𝒍𝒆𝒎𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora