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El silencio entre los tres ocupantes de aquella oficina en el centro de Barcelona se vio interrumpido por la voz chillona de Reyes quien, fiel a su carácter histriónico se apresuró a extender su mano.

-Hola, soy Reyes del sector de Language, creo que no te he visto antes, verdad?- le dijo a Willy que intentaba controlar sus nervios.

Lo había logrado, había convencido a la CO de Alpha Communication para que le diera una oportunidad a Bianca y en contra de todas sus dudas, ella había aceptado.

Ahora estaba allí, sentada frente a él con su cabello oscuro sobre un lado de su rostro y su mano prácticamente escondida debajo de su pierna. Era como si la Bianca que había conocido se hubiera esfumado, no por su aspecto, seguía siendo hermosa, si no por la falta de espontaneidad.

Solía ser conversadora, sonriente y luminosa y de repente, allí estaba, casi encorvada sentada sobre una silla sin siquiera mantener su mirada. Era doloroso aquel cambio y sin embargo Willy estaba tan feliz de volver a verla que solo podía pensar en acercarse.

-Hola, un gusto.- le respondió rápidamente a Reyes para acercarse luego a Bianca.

-Hola.- le dijo bajando un poco el tono de su voz.

Entonces ella por fin lo miró pero el enojo que lleva dentro no pudo ser disimulado. ¿Qué se suponía que hacía allí? ¿Acaso él la había contratado? ¿No se suponía que iba a quedarse en Argentina para volver a tocar? No podía entender lo que estaba ocurriendo, pero tampoco podía hacer una escena en su nuevo lugar de trabajo, frente a una nueva colega.

Reyes analizó al joven alto y delgado de pantalón elegante y camisa prolija, llevaba su cabello claro corto y una gafas gruesas a través de la cuales pudo distinguir sus ojos claros.

Era un joven que no destacaba, pero al notar el borde de lo que parecía un tatuaje debajo de su manga la curiosidad comenzó a despertar en su interior.

-¿Ambos han de venir de Argentina?- preguntó reconociendo el acento, en busca de más información acerca del tal Willy, que comenzaba a intrigarle.

-SI, si nos disculpas, tengo que enseñarle el contrato.- le respondió él con prisa, desde que había visto a Bianca todo alrededor parecía haber perdido interés. Ni siquiera la joven española de ropa llamativa y cuerpo delicado que lo miraba con ojos provocativos lograba desviar su atención.

-Ok. Adiós, compi.- le arrojó Reyes a Bianca y los dejó solos sumergidos en un nuevo silencio, en medio de una oficina a miles de kilómetros de su antigua vida.

Willy la miraba sin atreverse a acercarse. No deseaba arruinarlo, lo había hecho antes y sabía lo que se sentía. Pero siempre había sido ella quien lo había logrado rescatar de su timidez. Ella siempre había tenido la palabra precisa, el roce justo, incluso había dado el primer paso al entregarle su número en un pequeño trozo de pàpel, que aunque le costara reconocer, seguía guardando en lo profundo de un cajón polvoriento, con otros recuerdos de una época que si bien era cercana, se sentía como de otro siglo.

Una época en la que él era el bajista de una reconocida banda de rock, en la que fanáticas gritaban por sus canciones y lo perseguían por los hoteles. Una época en la que toda la angustia de una adolescencia solitaria se había convertido en euforia, en la que sus dedos regalaban los graves de un rock n roll que crujía en el alma, en la que una joven tan bella como la propia Afrodita había tocado su corazón para que ya no pudiera latir sin sentido, nunca más

-¿Qué estás haciendo acá?- le preguntó Bianca a Willy cubriéndose más la cara e intentando que su enojo no se expresara en un alto volumen.

-Trabajo acá y estoy muy contento de que hayas aceptado la oferta.- le respondió Willy intentando acercarse, pero al ver que ella se hacía hacia atrás decidió interrumpir su intento de saludo.

-¿Acaso vos me llamaste? ¿No se suponía que iban a volver a tocar? ¿Quién te crees que sos para decidir sobre mi vida? ¿Qué estás haciendo acá? ¿Por qué trabajas con la plata que tenes?- las preguntas brotaban con verborragia, mientras sus manos comenzaban a moverse con exasperación.

Se suponía que había viajado para alejarse de él y ahora estaba allí. Mucho más cerca de lo que su corazón podía resistir, con esos ojos ocultos detrás de sus gafas, pero con el mismo brillo que recordaba.

Era extraño verlo así vestido, llevaba ropa formal que contrastaba con el extremo de ese tatuaje que ella bien conocía. Su aspecto allí en medio de la oficina no parecía ajeno al escenario, pero ella lo había visto en otro lugar, con otra ropa que le sentaba muchísimo mejor, y eso que aquel color de camisa le quedaba genial. No podía concentrarse, estaba enojada, estaba nerviosa y sobre todo, comenzaba a querer salir corriendo de allí.

Se puso de pie y cuando estaba a punto de hacerlo él por fin la tocó.

Colocó su mano sobre la manga de su camisa con especial cuidado de no tocar su piel, no porque no quisiera hacerlo, sino porque sabía que eso la alejaría más. No quería que se fuera, necesitaba que decidiera quedarse allí, necesitaba que intentara recuperar algo de la vida que había decidido abandonar luego del accidente.

-Espera.- dijo para por fin volver obtener su mirada.

Ella alzó sus ojos con pausa mientras aquel contacto le comenzaba a quemar.

-No te traje hasta acá, no tengo tanto poder, solo vi que buscaban un interprete y te sugerí, nunca creí que fueras a aceptar, pero ahora que lo hiciste no puedo sentirme más contento.- le dijo justo cuando ella se soltaba con un movimiento brusco. ¿Estaba contento? ¿De qué precisamente?

-Esperá, digo que estoy contento por vos, creo que es una buena compañía, que paga bien y la ciudad es hermosa. Bianca... esta no sos vos. Yo te conozco, te conozco de verdad y sé que podes lograr lo que desees. Sos valiente, sos inteligente, sos la mujer más- . - Bianca alzó su mano sana y cubrió sus labios antes de que él pudiera completar la frase.

-Ni se te ocurra decir hermosa. - le dijo apretando sus labios con furia.

Willy, tomó su mano con delicadeza mientras sus ojos sonreían antes que su labios. Esa era mucho más parecida a la Bianca que recordaba, temperamental, audaz y enérgica. Al menos había causado un tipo de reacción, aunque no fuera la que deseaba era algo.

-¿Responsable?- agregó en tono de pregunta y ella bajó su mano mientras cerraba sus ojos y un suspiro escapaba de sus labios entreabiertos. ¿Qué buscaba? ¿Cómo se había animado a tocarlo? Ahora estaba segura de que no iba a poder dormir recordando aquel tacto.

Willy notó que estaba apunto de darse por vencida y se apresuró a actuar.

-Escuhame Bianca, yo trabajo acá porque aunque tengamos dinero necesito hacer algo con mi vida, no estoy convencido de volver tocar, pero si es lo que la mayoría quiere puedo considerarlo, de todos modos, no se trata de mi. Esta puede ser una oportunidad para vos, es un trabajo nuevo, en una ciudad nueva, si necesitas que renuncie lo hago, solo quiero lo mejor para vos.- le dijo sin atreverse a tomar su mano como deseaba.

En ese momento la puerta se abrió y la dueña de la oficina regresó.

-¿Entonces, ya han firmado el contrato?- preguntó ajena a lo que acaba de ocurrir allí.

-Aún no, pero me gustaría anunciarle algo primero.- dijo Willy dispuesto a abandonar su puesto con tal de que Bianca se diera una oportunidad, sin embargo ella no lo dejó continuar.

-¿Dónde tengo que firmar?- preguntó con prisa y cuando la mujer señaló el papel se apresuró a tomar una decisión que en fondo, creía que le traería problemas. 

¿Qué ves cuando me ves? (Libro 2 de la saga del Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora