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El fin de semana llegaba a su fin. Los músicos apenas llegados a la ciudad habían pasado la mayor parte de los días en la casa de Willy. Bianca sabía que era por ella, aunque ninguno se lo había hecho sentir.

Con el correr de las horas la cotidianidad de sus movimientos y las melodías que escapaban traviesas, a cualquier hora, en cualquier circunstancia, de cualquier instrumento habían convertido la estancia en placentera y confortable.

Había dormido junto a Willy, en esa habitación que comenzaba sentir propia, había almorzado con su hermano y May hasta que Roy y su familia habían vuelto a visitarlos. La pequeña Amparo era una dulzura, se movía entre las notas como si perteneciera allí, podía estar en brazos de cualquiera de los presentes y hasta dormir sobre el hombro de ella misma. Al parecer se había acostumbrado a su aspecto, aunque nunca la había mirado de otra manera que no fuera con cariño.

Había sido un fin de semana tan hermoso que Bianca comenzaba a creer que sus miedos, a lo mejor, eran exagerados, aunque aún no se atrevía a mencionárselo a Willy.

Él estaba tan feliz que solo podía sonreír. Hacía bromas, la buscaba a toda hora, le hacía cosquillas y le robaba besos, se mostraba exultante con la presencia de todos allí, y eso era algo que ella no quería arrebatarle.

-Uff, estoy tan lleno que creo que no puedo cenar.- le dijo dejándose caer en el sillón principal, una vez que había despedido a todos sus invitados.

-Yo tampoco, ¿por qué será que cada vez que nos reunimos comemos tanto?- le respondió divertida mientras él alzaba su brazo para invitarla a acurrucarse sobre su hombro.

-Porque estamos felices, y cuando uno está feliz come.- le dijo echando su cabeza hacia atrás para relajarse.

-Se que verlos te hace muy feliz.- le respondió ella, sabiendo que había llegado el momento de hablar en serio, una vez más.

-Vos me haces feliz.- le dijo él acariciando su brazo con cariño.

Bianca sonrió mientras se tomaba unos segundos para ordenar sus pensamientos.

-Entonces... ¿van a volver a tocar o no?- le preguntó fingiendo que aquella pregunta no la alteraba.

Willy suspiró ganando algo de tiempo.

-Es una buena oferta...-. Dijo sin asegurar nada aún.

-¿Quieren hacerlo?- le preguntó Bianca sin atreverse a mirarlo. Necesitaba que aclararan las cosas, necesitaba decirle que no quería ser un obstáculo para sus sueños, que no pensara en ella, que siguiera con su carrera, que no dejara nada sin intentar, pero entonces él habló primero.

-Yo lo que quiero es esto.- le dijo buscando su mirada para sonreír.

-Tocar fue mi sueño, uno cumplido de hecho, pero uno que no se compara con el volver a tenerte. No necesito volver a tocar si eso me aleja de vos, si te lastima o si te da miedo. En serio, y los chicos lo entienden también.- le dijo y cuando iba a acariciar su cabello ella se incorporó con prisa.

-No, no, no. Yo no puedo permitir que dejes de hacer algo que te apasiona por mí.- le dijo nerviosa, juntando sus manos para tomarse sus propios dedos con movimientos rápidos.

Pero él no perdió la calma, colocó su mano sobre las de ella y la invitó a regresar a la posición que tenía antes.

-No me importa, ni tocar, ni ir de copas, ni criar a nuestros futuros hijos aquí mismo, yo te amo y es todo por lo que quiero vivir.- le respondió con una sonrisa, pero ella volvió a incorporarse.

-Eso no es justo, deberías volver a tocar, deberías salir de copas y deberías tener hijos que corran libres por la vida con una mamá detrás.- le dijo conteniendo las lágrimas de sus ojos.

-¿Quien lo dice?- le preguntó él, era increíble cómo podía mantener la calma, como le demostraba que en verdad creía lo que le estaba diciendo con tanta fe que la hacía sentir aún peor.

-El mundo lo dice, no puedo condenarte, no puedo.- le respondió ella bajando la mirada y abrazando sus propias lágrimas.

-Yo no lo necesito, pero si vos crees que es tan importante a lo mejor podrías intentarlo...- se aventuró a proponer. Lo último que deseaba era que cargara con esa culpa, si lograba que se viera como él la veía, lograría que pudiera volver a enfrentar la vida como merecía.

Bianca se quedó de piedra, le había hecho ver que estaba en sus manos, que era ella quien debía mostrar valentía, quien debía demostrar que el amor que sentía era tan valioso que merecía la pena intentarlo.

-¿Cuándo tocarían?- le preguntó, como si necesitara más tiempo para procesar lo que le había pedido.

Willy alzó su mano y acarició su mejilla, la de la cicatriz, la que ahora amaba mucho más.

-En un mes.- respondió sin quitarle los ojos de encima.

-Sería un concierto a beneficio en Buenos Aires, uno que podría servir de termómetro para el futuro, para ver si podemos hacerlo, si podemos reiniciar nuestra carrera, volver a las giras, volver a grabar, volver a esa locura que tanto nos gustaba. Pero sabemos que no sería lo mismo, todos tenemos nuestras familias y coincidimos en que son prioridad.- le respondió y ella asintió con su cabeza.

-¿Te gustaría volver a esa vida?- le preguntó con valentía en su voz pero no así en su corazón.

-Ya te dije que..- comenzó a  responder, pero ella alzó su mano para interrumpirlo.

-Supongamos que yo vuelvo a tener una vida normal, que vuelvo a salir, a acompañarte, ¿te gustaría?- le aclaró y él sonrió aún más colocando su mano en su cuello.

-Si, me gustaría, pero no es necesario.- le dijo justo cuando un mensaje iluminaba la pantalla de su celular.

Bianca lo tomó con la excusa de volver a respirar, estaba a punto de prometer algo que no sabía si podría cumplir, pero sabía que por él valía la pena.  Accionó el mensaje de Reyes y su voz sonó desfachatada en el altavoz.

-Hola guapa, tú si que has estado desaparecida, estamos yendo al bar y me han dicho que toca una banda muy guay, ¿por qué no te vienes? Traete a ese bajista escurridizo que no he logrado convencerlo aún.- decía la española con histrionismo.

Willy negó con su cabeza mientras ella se ponía de pie y caminaba dubitativa hacia la cocina.

-Es hora de que le cuentes que estamos juntos, ¿no?- le dijo él con algo más de reproche del que hubiera querido.

Bianca detuvo su marcha y giró para enfrentar su mirada, su tono la había enfadado, ella le había dicho mil veces que no podía, que no la siguiera, que no insistiera, que era todo lo que podía darle, pero al parecer, aunque él insistía en que no lo necesitaba, en realidad sí lo hacía.

-No pasa nada, solo decile que estás ocupada.- intentó exculparse pero ella se acercó más y colocó el teléfono entre los dos accionando el micrófono.

-Perfecto Reyes, ahí estaremos, pasame la dirección.- dijo motivada por esa ebullición que sentía.

Willy, tomó su mano con el teléfono y la miró anonadado.

-Si no queres...- comenzó a decirle, pero ella se alejó.

-Voy a cambiarme, te veo ahi.- le respondió, y sin lugar para nada más salió de su casa con el corazón a punto de salir de su pecho.

¿Qué había hecho? Pensaba cada vez con más bronca mientras recorría las cuadras hasta su casa para, por fin, enfrentar sus demonios.

¿Qué ves cuando me ves? (Libro 2 de la saga del Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora