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3 años antes

Los gritos del estadio hacían imposible cualquier intento de Bianca para oír a sus hermanas. Llevaba más de una hora esperando en el pasillo, habían ido con la excusa de saludar a su hermano Patricio pero él parecía demasiado ocupado.

Desde que eran verdaderamente famosos, su hermano casi no aparecía por la casa. Les había comprado una a sus padres, tenía su propio departamento y siempre enviaba regalos, pero no tenía tiempo para almuerzos familiares ni conversaciones. No había podido contarle de su relación con Willy y por más que él insistía en no hacerlo, estaba segura que le daría el visto bueno. Al fin y al cabo llevaban casi un año juntos, si no los había descubierto hasta entonces, era porque no tenía ojos. Cualquiera que viera la forma en la que ella miraba a Willy podía aventurarlo.

Sus hermanas habían sido las primeras en sospechar y cuando le preguntaron no había querido mentirles. Si bien habían intentado persuadirla de olvidarlo, al notar la forma en que ella hablaba de él no habían tenido más opción que felicitarla.

Ni las largas giras, ni las filas de fanáticas deseando un minuto con ellos, ni la idea de que la vida de un músico famoso era incompatible con la de pareja, lograba alejarla de lo que sentía, Ella confiaba en él, y estaba convencida de que lo sentían era real.

Se había entregado completamente a él, lo oía, siempre. Admiraba su visión de la vida, la forma en la que había canalizado sus penas de un pasado difícil en las más hermosas letras de canciones.

No era extraño que tuviera tantas fans, las fotografías que circulaban por la redes lograban sacar lo mejor de sus hermosos ojos, de su sonrisa, de su cuerpo cada vez más tatuado. Sin embargo, en la intimidad era todo aún mejor. Ella sabía que esas fotografías carecían de la parte más hermosa. De esa sensibilidad, el cuidado que demostraba cada vez que estaban juntos, la forma en la que se desvivía por hacerla feliz. Sus miradas escondidas, sus caricias robadas, sus mensajes cargados de palabras dulces.

Por eso no le importaba esperarlo durante horas.

Allí estaba observando a una innumerable fila de jóvenes bonitas pasar por delante, con la convicción de que él pronto vendría a buscarla.

Sin embargo, ese día la espera se estaba tornando más larga. Sus hermanas habían desistido, Roy se había ido rodeado de mujeres y Pato parecía dispuesto a quedarse a vivir en aquel camarín.

Sin más ganas de esperar, se asomó al lugar en el que se suponía que estaba Willy. Un sonido alarmante llegó a sus oídos y aquella campera que tan bien conocía se mostró de espaldas detrás de una de las mesas. No podía ver su cabello, ya que llevaba una gorra country que lo cubría, pero las zapatillas acordonadas de una mujer arrodillada frente a él no necesitó más explicaciones.

Era evidente la escena que allí acontecía y sus ojos no lograron soportarlo. SIn siquiera avisarle corrió desesperada en busca de la salida. No podía entenderlo, como era que Willy era capaz de aquello, cómo era que no lo había visto venir. Una mezcla de sentimientos llevaban a sus ojos a llorar, se sentía tonta, traicionada y demasiado dolida.

Caminó entre la gente hasta que llegó a la salida, la vereda estaba llena de gente y sus ojos nublados por las lágrimas no la dejaban escoger el camino con claridad.

Sin poder evitarlo tomò su teléfono.

-Sos la peor basura que conocí en mi vida, esta Afrodita se acaba de morir para vos, ojalá esa chica haya valido la pena, porque verte en esa situación fue lo peor que pasó en la vida, todavía no entiendo porque te amo. Odio no poder odiarte como te mereces.- dijo y luego envió el audio presionando con fuerza la pantalla. No podía creerlo.

¿Qué ves cuando me ves? (Libro 2 de la saga del Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora