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Bianca no supo si fue el tono de su voz o sus propios deseos pero allí estaba, junto a él, con su toalla aún húmeda cubriendo su cuerpo helado y su cabello ensortijado sobre los hombros.

Lo miraba sin poder responder, no podìa dejar de mirarlo, no terminaba de creer la dicha que sentía por tenerlo allí todo para ella, que hubiera rechazado al inviatciòn de Reyes, que la hubiera ido a buscar, que siguiera eligiendola, que creyera que lo suyo era posible.

Analizó su cuerpo, tan atlético como lo recordaba, llevaba el pañuelo cubriendo sus ojos pero sus labios estaban empapados del deseo de hablar.

-¿Qué es lo que queres?- le preguntó ella finalmente y él volvió a incorporarse para estar un poco más cerca.

-Sentante.-le pidió y ella obedeció.

Se acomodó sobre la mesa baja justo enfrente de él. No se tocaban, ella podía sentir su respiración, oler su perfume, percibir el sudor en sus manos, pero no se animaba a acercarse más.

-¿Estás sentada?- le preguntó confirmando que no podía verla.

-Si.- respondió Bianca sin terminar de entender lo que buscaba.

-¿Aún llevas esa toalla clara anudada?- volvió a preguntar y ella casi se para, pero entonces él rozó su rodilla para evitarlo.

-Fue un segundo, pero pude verte y ahora mismo te veo.- le dijo alzando sus manos como si fuera víctima de un asalto y necesitará demostrar inocencia.

-No necesito de mis ojos para verte, como tampoco necesito de mis manos para tocarte. Me preguntaste que quiero y ahora mismo solo quiero escucharte. - le confesó y ella volvió a respirar.

No sabía lo que estaba buscando pero comenzaba a creer que moriría si no lo descubría.

-¿Escucharme?- le preguntó con dudas en tono bajo.

-Si, imaginate que llevo mis dedos al borde de esa toalla.- le dijo volviendo a colocar sus manos sobre sus propias rodillas.

-No, no se ...que ...pero...- comenzó a balbucear ella pero él alzó su mano para detenerla.

-Shh..preguntaste que quiero, esto es lo que quiero. - le dijo y cuando ella volvió a callar, volvió a bajar sus manos para apoyarlas de nuevo sobre sus rodillas.

-Imaginate que mis dedos tocan el borde de la toalla para pasar debajo. Que rozo tus piernas primero para presionarlas después.- dijo y al sentir que ella inspiraba quiso continuar.

Bianca observaba el borde de la toalla y comenzaba a anhelar ese tacto que mencionaba.

-Puedo sentir que queres que siga y lo hago. Sigo el camino hasta el interior de tus piernas y entonces la separas.- dijo y como si aquello fuera una orden, ella lo hizo.

-Puedo sentir tu humedad, puedo tocarte, puedo acariciarte mientras empezas a moverte. Necesitas más. Pero antes de seguir necesito besarte. Quiero tu boca, tus labios que mantienen ese sabor adictivo que recuerdo. Quiero que dejes pasar a mi lengua, que la dejes recorrerte, quiero reclamar un espacio que es mío.- le dijo y ella comenzó a acelerar su respiración, no podía dejar de mirarlo, incluso con los ojos vendados, su gesto era provocador.

-Mientras te beso tus manos se entierran en mi pelo ¡Como te gustaba jugar con él! ¡Como me gustaba que lo hagas!- le dijo bajando un poco el mentón para intentar contenerse, con solo oirla respirar su propio cuerpo había reaccionado a lo que su mente se empecinaba en imaginar.

Bianca acercó sus manos y rozó su cabeza. Acaricio su cabello con timidez primero y cuando él estiró su cuello por más, terminó enterrando sus dedos como sabía que deseaba.

-Así... así me encanta. - le confesó apretando sus propìas rodillas para contener el impulso de tocarla.

-Mis dedos siguen en vos, te acaricio cada vez más rápido, cada vez más profundo y te arqueas. Queres más.- dijo mientras una de sus manos llegaba su pantalón con intenciones de desabrochar aquellos botones.

-Quiero separar más tus piernas, quiero arrodillarme frente a vos, que tus dedos me guíen, que me lleven a la puerta, que me animen a saborearte.- dijo justo cuando un gemido escapaba de los labios de Bianca, quien había separado más sus piernas.

-Me vuelvo loco, necesito más, besarte no me alcanza, me encantás.- le dice èl mientras Bianca saca sus manos de su cabeza para llevarlas su propio sexo, que palpita insolente exigiendo más.

-Siento que estoy a punto de explotar, quiero sentirte, quiero hacerte gritar.- le pide mientras comienza a darse placer con su propia mano. Imagina que es ella, que lo acaricia, que lo toca, que lo excita más y más.

-Ahora quiero que me lo pidas, que me exijas que no pare, que enrosques tus piernas en mi cintura y que me pidas más. - le dijo mientras los movimientos de los dos aceleraban su ritmo.

-Quiero mas.- le dice ella y él no puede aguantar.

Siente como respira, siente como intenta contener los gemidos, siente como goza y eso lo lleva acelerar el ritmo de su propia mano. Ella mueve sus caderas sobre la mesa, anhela que sea él quien la tome, pero aún no puede aceptarlo. Siente su propia humedad y sus dedos buscan más.

-Más fuerte, mucho más. Acá estoy, soy yo, sos vos. Somos nosotros, unidos como antes, sin poder parar, sin poder parar de acariciarnos, de tocarnos, de besarnos...- dice él y los gemidos de ella se hacen audibles.

-Mas fuerte.- repite ella

-Soy yo, sos vos, somos nosotros unidos.- dice mientras sus dedos presionan su propio sexo hasta que un gemido escapa casi en un grito y aquel sonido termina de llevarlo a èl a un final ansiado.

Como si hubieran tenido sexo real ella cierra sus ojos mientras recupera su respiración.

Él se inclina hacia atrás y aunque su mano pegajosa se siente incómoda, su corazón parece feliz.

-Sos increible.- oye en esa voz tan dulce que tanto ama, justo antes de que unos labios dulces y reales rocen los suyos.

-Vos sos hermosa, hermosa de verdad.- le responde él sin animarse a tocarla.

-Esto es...- intenta responder ella pero Willy levanta su mano buscando sus labios.

-Esto es real y va a ser cada vez mejor.- responde con total convicción de sus palabras y como si lo recientemente vivido fuera prueba de ello, Bianca elige, por primera vez en mucho tiempo, creer. 

¿Qué ves cuando me ves? (Libro 2 de la saga del Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora