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-Hola Afrodita. Aunque el desafío parezca imposible, cuanto más cuesta más vale la pena. -

El mensaje llegó al celular en el mismo horario de cada día, y Bianca no quiso leerlo. Estaba enojada, no terminaba de entenderse a sí misma, no podía creer que no hubiera investigado la empresa para la que iba a trabajar, ¿como no le había preguntado a su hermano por el destino de la banda?. ¿Como había asumido que Willy se quedaría en Argentina?, ¿como había intentado huir para estar incluso más cerca?. Y lo peor de todo, era que haberlo visto, haber hablado con él solo le recordó porque le gustaba tanto.

Una nueva notificación sonó en su teléfono y no tuvo más remedio que leerla. Era un número desconocido con una fotografía de perfil que resolvió el misterio.

-Hola compi, ¿cómo te ha ido en tu primer día? ¿Quieres salir por unas copas?- le preguntaba Reyes en aquel mensaje. Aquella invitación solo le recordaba lo tonta que había sido.

Reyes parecía una joven agradable y simpática, de seguro en su otra vida hubieran sido grandes amigas, pero ahora no podía hacerlo. No iba a salir de su departamento aunque se lo hubiera propuesto al llegar a esa ciudad. No podía manejar las miradas, las preguntas, mucho menos la idea de conocer gente nueva. Ella misma tenía problemas para enfrentar su reflejo, como iba a hacer para soportar lo que las miradas de nuevos desconocidos podían ofrecer, sin pensar en la de uno en particular, uno que no era para nada desconocido, uno que la había vuelto a mirar a los ojos.

-Muy bien, gracias por preguntar Reyes, lo de las copas lo dejamos para otro día.- Tecleó suplicando que aquel fuera el final de la conversación, sin embargo como sospechaba, Reyes no sólo envió un emoticon a modo de suplica, se decidió a accionar la llamada y allí estaba: su teléfono sonaba con insistencia y Bianca solo puedo contestar.

-Hola...- dijo intentando que su tono no delatara su tristeza.

-Hola guapa, ¿cómo es que te vas a negar a mi invitación? - respondió Reyes con su habitual tono jocoso.

-Lo siento, es que yo no suelo salir.- le dijo mientras se asomaba al ventanal para que sus ojos descubrieran la hermosa ciudad que estaba dejando pasar por su cobardía.

-¡Ay no! Venga, que acabas de llegar, al menos dime que me dejaras ser tu guía turística. Sabes que has dado con la persona que más conoce la fiesta de Barcelona.- le dijo con un tono convincente.

-No quiero decepcionarte, es que..- comenzó a responder, pero ella la interrumpió.

-Entonces no lo hagas, puedo esperar, descansa tranquila, tómate tu tiempo y cuando así lo desees podemos comenzar con algún paseo tranquilo y ...solitario. - dijo agregando aquella última palabra, que esperaba pudiera hacer la diferencia. Desde ya había notado su cicatriz, incluso había visto la lesión en su mano y estaba segura de que su negativa tenía que ver con aquello, pero estaba dispuesta a demostrarle que podía confiar en ella. No sabía muy bien por qué, pero creía que podían convertirse en buenas amigas.

Bianca hizo un pausa en la que su respiración llenó la comunicación.

-Anda, cariño, al menos déjame intentarlo.- agregó Reyes mientras arrugaba sus ceño como si ella pudiera ver la súplica en sus ojos.

Entonces Bianca sonrió, y ella pudo sentirlo.

-Ok, algun dia podemos intentarlo.- le respondió y el grito que oyó al otro lado de la línea la hizo reír con más fuerza.

-Bien, me encanta como suena, ahora te dejo, debo conseguir algunos compañeros de copas.- dijo con la misma gracia que siempre utilizaba.

-Me parece muy bien, y percibo que debes contar con una lista muy larga.- le respondió Bianca mientras intentaba relajar sus hombros. Comenzaba a pensar que Reyes podía convertirse en una buena razón para quedarse.

-Percibes bien, cariño, de hecho creo que voy a sumar un nombre, ¿Por casualidad tienes el número de Willy?- le arrojó como si su nombre no retumbara en su mente como una bomba que acaba de explotar.

-Eh. Yo..- comenzó a responder, cuando Reyes se le adelantó.

-Es que en verdad es un joven muy guapo, no entiendo como no lo había notado antes y desde que me contaste que tocaba en una banda no puedo dejar de pensar en ese tatuaje que lleva. ¿Tu lo conoces de Argentina?- le preguntó sorprendiéndola más con cada palabra.

Bianca estaba tan aturdida y tan preocupada de no delatar sus verdaderos sentimientos que solo pudo responder una cosa.

-Anota su número, creo que le va gustar salir con vos.- dijo arrepintiéndose al instante. ¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso quería arrojarla a sus brazos? Con tan solo pensarlo todo su cuerpo quería salir corriendo para atraparlo y no dejarlo ir jamás.

-¿De veras? No lo sé, como que no parecía tener feeling conmigo, ¿Tu dices que le escriba? Al fin y al cabo vamos a ir en grupo , a lo mejor logro que acepte y puedo conocerlo un poco más.- respondió Reyes ignorando las lágrimas que habían comenzado a salir de los ojos de Bianca.

-Con probar no perdes nada.- le dijo luego de teclear en su teléfono para compartir el número de Willy.

-¡Has visto, creo que ya somos amigas! Gracias Bianca, la próxima será contigo también.- le dijo la española y ella no quiso responder.

Cortó la comunicación y se acurrucó sobre el sillón, la noche estaba casi instalada y algunas expresiones de algarabía llegaban desde la calle para recordarle que el fin de semana estaba comenzado. No terminaba de entenderse, ella no era masoquista, ¿Por qué había insistido en unir a Willy y a Reyes? ¿Acaso estaba loca?

Secó sus mejillas y caminó hasta el baño, retiró con fuerza el pañuelo que cubría el espejo y enfrentó su reflejo apretando sus dientes con frustración. Se concentró en sus ojos, lo único que quedaba de su pasado, de ese día en el que él la había llamado Afrodita por primera vez. De esa canción que había tocado sin dejar de mirarla, de su estómago en ebullición por haberlo conseguido. En el final de esa noche, la primera de muchas que serían cada vez más osadas.

Y entonces volvió a mirar su rostro. Esa era la razón por la que le había dado a Reyes su número. No podía condenarlo a vivir con alguien como ella. Él había amado a Afrodita, a la diosa de la belleza, una que no se parecía en nada lo que el espejo le entregaba. Una que ya no existía. 

¿Qué ves cuando me ves? (Libro 2 de la saga del Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora