Si hubiera podido salir corriendo, Bianca de seguro lo hubiera hecho. Su corazón latía con demasiada prisa y sus manos habían comenzado a sudar. Quería llegar al ascensor y abandonar cuanto antes aquel edificio.
Todavía no sabía por qué había aceptado el empleo. Se suponía que quería alejarse de Willy, que había atravesado el océano para completar la imposible tarea de olvidarlo y ahora estaba ahí, en el mismo lugar que ella, con esa sonrisa comprensiva que tanto adoraba.
Entró por fin al ascensor con su mente perdida en la multiplicidad de razones por las que podría haber rechazo del trabajo y oyó una voz que comenzaba a serle familiar.
-Hola, Bianca. ¿Entonces ya somos oficialmente compañeras de curro?- le preguntó Reyes mientras acomodaba su cabello rizado frente al enorme espejo del lugar.
Bianca intentó encogerse, como si pudiera meterse dentro de sí misma, no le gustaba su reflejo y si bien llevaba el cabello en la cara, sabía que su cicatriz podía notarse.
-Si, si. Ya firmé.- le dijo con voz suave y cuando las puertas estaban a punto de cerrarse para dejarle la difícil tarea de conversar durante el descenso de los nueve pisos, las cosas se pusieron peor.
-Permiso, ¿estás bien?- dijo Willy entrando con prisa sin percatarse de que Bianca no se encontraba sola. Al ver a Reyes inclinó su cabeza a modo de saludo y volvió a mirar a la única persona que le importaba.
-Quiero decir.., ¿entendiste todo lo referido al contrato?- agregó en un burdo intento de subsanar su exabrupto. No sabía si Bianca quería que supieran de su pasado y eso implicaba que a lo mejor no quería que supieran que se conocían.
-Estoy bien gracias.- respondió Bianca bajando su vista justo cuando reconocía esa mirada que ella misma había usado en el pasado en su nueva compañera de trabajo y una idea algo absurda llegó a su mente.
-Reyes, ¿Ya conocías a Willy?- le preguntó logrando que la española esbozara una enorme sonrisa y se acerca a un Willy cada vez más confundido.
-Lo acabo de conocer, pero algo me dice que tu ya lo conocías, ¿verdad?- dijo buscando la mirada del joven que cada vez le resultaba más intrigante.
Willy, sin embargo, solo tenía ojos para Bianca, quería que lo mirara, necesitaba descubrir si se encontraba bien. La había presionado y comenzaba a dudar de su ímpetu. A lo mejor ella necesitaba más tiempo. Quería que vuelva a ser feliz y no sabia como hacerlo.
-Si.- dijo ella tragando saliva para vencer sus propios nervios.
-¿Pero tu no eres traductor verdad?- le preguntó Reyes con genuino interés, y entonces él no tuvo más remedio que mirarla. Era un joven atractiva, vestía colores vivaces y tenía una enorme sonrisa. Pero, aunque la encontrara linda, no era su tipo, a decir verdad, ninguna chica lo era desde que Bianca había aparecido en su vida.
-No.- dijo de forma educada pero cortante.
-¿Sabías que es músico?- dijo Bianca logrando que ambos la miraran con sorpresa.
¿Qué se suponía que estaba haciendo?, pensó WIlly, cada vez más nervioso.
-Si, es bajista. Uno muy bueno. Que las gafas no te engañen.- dijo sin saber de dónde salía todo eso.
¿Realmente quería que se hablaran? ¿Acaso buscaba presentarle a otra mujer? ¿Sería capaz de soportarlo? ¿Por qué no podía confesarle que haberlo visto de nuevo era lo más hermoso que le había pasado en el último tiempo? Que lo había extrañado, que lo seguía viendo hermoso y que daría lo que no tenía por volver a besar sus labios. ¿Por qué no podía confesarle que lo seguía amando? Que había aceptado el trabajo solo porque él se lo había pedido, que si la vida no la hubiera cambiado tanto, hoy sería feliz a su lado.
No pudo hacerlo. En lugar de eso lo estaba entregando a la joven más hermosa y simpática de toda Barcelona, una que no dudo en marcar su territorio.
-Ahora entiendo mejor.- dijo Reyes, acercándose para tomar el brazo de Willy y mover la tela que cubría su tatuaje.
Bianca casi le salta encima, ¿qué creía que estaba haciendo? Que los presentara era una cosa pero que se lanzara de ese modo casi hace detener a su corazón.
Willy sonrió nervioso. Por supuesto que lo hizo, en otro tiempo, en otra vida, había sido ella misma quien había motivado esas risas.
-Dime dónde te presentas que me gustaría ir a verte.- le dijo Reyes justo cuando el ascensor llegaba a su destino.
-Es que... la verdad es que ya no...- comenzó a responderle justo cuando Bianca escapaba a gran velocidad hacia afuera.
Caminaba con prisa por una calle que no terminaba de conocer, sus ojos empañados no la dejaban ver con claridad y sus manos temblorosas ni siquiera podían secar sus lágrimas. Un hombre la golpeó sin siquiera pedirle perdón y la multitud que cruzaba la calle la envolvió para llenarla de temor.
Ni siquiera sabía para dónde tenía que caminar, el mundo parecía haber colapsado frente a sus ojos y ella era la única culpable.
Si su idea de rehacer su vida había motivado aquel viaje, de seguro esta no era forma que había imaginado.
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¿Qué ves cuando me ves? (Libro 2 de la saga del Rock)
RomanceBianca acaba de perder su empleo. Gracias a la flamante inteligencia artificial, sus servicios como traductora no serán más bienvenidos y con ellos su conveniente trabajo desde su casa. Viéndose forzada a enfrentar el mundo real luego de que un acci...