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Voten y comenten mucho, me gustaría saber que piensan, que les gustaría que pase o que les parece la historia.


Termino de arreglarme justo cuando el mensaje de Rodrigo llega, me dice que está a pocas cuadras. Me apuro en guardar las cosas que voy a llevar en una cartera chiquita que eleji.

me sorprende lo rápido que ha terminado, siendo que el partido terminó a las 19pm y a las 19:30pm me avisó que estaba entrando al vestuario.

Lo que me confirma que no soy la única ansiosa por esta noche al parecer.

Caro me mira sentada en el sillón y le sonrío, mostrándole como me quedó el conjunto que compramos juntas en Barcelona.

—¡que potra! Sos una bomba flaca.

—gracias bebi, te amo —le tiro un beso y salgo para llamar el ascensor—.

El ascensor tarda más en llegar a mi piso de lo que yo tardo en bajar, por lo que cuando pongo un pie en la puerta del edificio, la camioneta de Rodrigo ya está estacionada con el adentro.

Saludo al portero agradeciéndole por abrirme la puerta, pero mis ojos se clavan en la camioneta, queriendo ver más, aunque es imposible por los polarizados de las ventanillas.

No dudo en abrir la puerta y subir, siendo recibida por el perfume que tanto me gusta.

—perdón, ¿te hice esperar mucho? —le pregunto dejando mi cartera en la parte de atrás, facilitándome el ponerme el cinturón—.

Niega únicamente con un movimiento de cabeza, mientras que sus ojos siguen todo el movimiento que hago, hasta finalmente subir a mi cara y quedarse hay.

—estas muy linda —suelta de golpe, tomándome por sorpresa—.

Son cosas como el beso en la frente de ayer, y ahora este comentario, lo que hace que mi cabeza y corazón se confundan al no terminar de entenderlo.

¿Qué significan? ¿tengo que tomarlo como una especie de indirecta de que estamos bien? ¿ya me perdonó?.

Todas preguntas sin respuesta hasta el momento.

Me permito observarlo también, no pasando por alto ningún detalle, desde sus zapatillas, pasando por su bermuda y esa camisa con pintas negras a juego.

—me hacés competencia vos también —elijo decir, cortando con la tensión que sentía en mi cuerpo desde ayer—.

Una simple sonrisa ladeada pero sincera es su respuesta, y quiero pasar por la palanca de cambios y besarlo como si no hubiese un mañana.

Pero me contengo, todo a su tiempo me dije a mi misma.

—¿A dónde vamos?.

—pensaba ir a un restaurante, pero teniendo en cuenta que vamos a tener mucha gente mirándonos, decidí alquilar una cabaña —sonríe y se acomoda mejor en su lugar,— ¿si querés podemos ir por acá no más?.

—no no, vamos a donde vos quieras —arranca la camioneta y suspira—.

Asiente una vez más y los próximos diez minutos son un absoluto silencio, solo se escucha las canciones que se reproducen de manera aleatoria por los parlantes. Jugueteo con mis dedos en un acto nervioso y más de una vez mis ojos se desvían a Rodri que lleva la mirada fija en la ruta.

Me veo tentada a buscar el contacto de mi mano con alguna parte de su cuerpo, acariciar la parte de atrás de su cabeza, o apoyar la mano en su pierna como siempre lo hago, pero una vez más retengo el impulso. Asi que termino obligándome a mirar forzosamente la autopista y sus alrededores.

Beso en las rocas. Rodrigo De Paul Donde viven las historias. Descúbrelo ahora