Capítulo 34: "Baile de primavera"

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Calliope
El día había llegado, mi padre me había comprado un vestido hermoso. Era negro, de un solo hombro, se apegaba a mi cuerpo y luego caía. Estaba fascinada con él.

Papá decidió tomarme algunas fotos, avergonzandome completamente.

—Estas hermosa hija —acarició mi mejilla.

—Gracias papá.

—Disfruta de tu noche hoy, estoy seguro de que brillarás más que cualquiera.

—Eres el mejor padre del mundo —le sonreí.

Habíamos acordado con Erika de llegar allí y encontrarnos, no podía negar que estaba linda, pero simplemente no llamaba mi atención.

—¿Lista? —tomó mi brazo.

Asentí apenas, sin ganas.

—Sonríe —dijo entre dientes e ingresamos al baile.

Estaba decorado de una forma hermosa, habían luces anaranjadas y amarillas, telas que caían desde el techo. Realmente se habían lucido con la decoración este año.

Entre tantas personas, mi mirada cayó sobre la perfecta Arizona. Sonreí al instante.

La rubia llevaba un vestido rosa pegado a su cuerpo, joyas en su cuello y una hermosa sonrisa en su rostro.

Reía con sus amigas y bailaba.

Su mirada cayó sobre mi y le respondí con un guiño.

No creía haber visto a una mujer tan hermosa en mi vida. Simplemente todo en ella era perfecto, como si cada parte de ella hubiera sido creada minuciosamente.

Su sonrisa brilló aún más cuando me observó de arriba a abajo y me devolvió el guiño.

—Compórtate —susurró Erika en mi oído.

—Lo siento —dije en voz baja.

—Ni que estuviera tan hermosa.

"Lo está". Pensé.

La fiesta siguió, pero yo no tenía ganas de bailar, y era raro en mí, porque yo siempre quiero.

Mark se acercó a mí y me sacó a la pista de baile.

—Ven aquí latina, mueve ese trasero.

Reí.

Ambos fuimos a una pequeña ronda de personas, todos estaban ahí, incluso Arizona.

La rubia bailaba moviendo sus caderas junto a Amelia, ambas reían y gozaban de la música.

—¡Vamos morena! —me alentaron a seguirlas.

Me uní a la danza. Sentí las manos de Arizona en mi cuerpo, lo que provocaba cosas en mi entrepierna.

—No hagas eso —susurré. —Tendré que llevarte a mi coche —reí.

—Hazlo —me retó.

Y aunque ella pensaba que estaba bromeando, realmente no lo hacía. La tomé de la mano y nos escabullimos hacia el estacionamiento.

—¡Calliope! —rió. —Solo bromeaba.

—Pues ya estamos aquí, así que solo hazlo —sonreí y destrabe el auto.

Arizona sonrió perversamente y abrió la puerta de la parte trasera. Ambas entramos, al instante, me lancé sobre la rubia para besarla con pasión, mi lengua entró en su boca directamente, provocando que ella gimiera.

Sus manos fueron a parar directamente a mis pechos, los cuales apretó. Estábamos extasiadas por la adrenalina.

Mis manos fueron hacia sus muslos y levantaron su vestido. Ella se recostó sobre el asiento y me tumbé arriba de Arizona.

BlondieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora