Capítulo 14: "Delicate"

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Calliope
Una vez al año el instituto arma equipos, algunos son para fútbol, otros para voleibol o hockey sobre césped. Por lo general yo siempre estoy en el último, pero este año algo cambió, los directivos simplemente eligieron a las capitanas y ellas debían elegir su equipo.

Para mi mala suerte, o quizás buena, Penélope y Arizona lo eran. Ambas parecían odiarse, cada que podían se miraban de mala manera, intenté no meterme en esa pelea, no me correspondía.

Una moneda decidiría quién debía comenzar a elegir jugadoras, la pelirroja ganó y sonrió triunfante.

—Calliope —me seleccionó primera.

Sonreí apenas y me acerqué a ella, pude ver a la rubia apretar su mandíbula.

—Amelia —dijo Arizona.

—Meredith.

—April.

Luego de que terminaran de llenar los cupos, las mujeres chocaron sus palos y el partido comenzó por fin. Nada parecía extraño, estaba siendo más tranquilo de lo que esperaba, solo algunos gritos.

En medio del juego, Penny iba con la bocha, Arizona pasó como un huracán y se la arrebató. Pude ver el rostro de la pelirroja ponerse de un tono rojizo, casi morado. Corrió detrás de la rubia y, sin ninguna excusa, golpeó su pierna, haciendo que cayera duramente al suelo.

—Mierda —chilló Arizona.

Pensé que quizás estaba actuando, pero su rodilla comenzó a sangrar, me acerqué lo más rápido que pude. El árbitro mostró una tarjeta roja a Penélope, lo que significaba que estaba fuera.

—¡Ella es torpe! ¡Simplemente se cayó sola!

—Joder Penélope, ¿no ves que está sangrando? —dije molesta.

—¡Está actuando Calliope! —me gritó.

Pude ver los ojos cristalinos de la rubia, al parecer le estaba doliendo bastante.

—¡Ya cállate! —Amelia la empujó. —Lo has hecho a propósito.

Penny negó.

—Torres, ¿puedes llevar a Robbins para que la revisen? —preguntó la entrenadora.

Asentí.

Ayude a Arizona a pararse, pasando su brazo por detrás de mis hombros.

—¿Estás bien?

—Si —dijo avergonzada.

—Calliope, ¿a dónde crees que vas? —gritó Penny.

—A que vean a Arizona, duh —dije como si fuera lo más obvio del mundo.

—¡No puede irte! ¡Estamos en medio de un partido!

—Lo hubieras pensado antes de ser una tramposa —me di la vuelta y seguí caminando con la rubia.

El camino fue silencioso, al llegar a la enfermería, la mujer responsable me pidió que la ayudara a sentarla en la camilla.

—Esto no se ve tan bien, quizás debas tomarte una pastilla para el dolor...

Arizona negó.

—Estoy bien, solo fue un mal golpe.

La rubia intentó bajarse, pero en cuanto su pie tocó el suelo se quejó de dolor. La tomé por la cintura y la devolví a su sitio.

—Siéntate, harás lo que te diga la enfermera.

Bufó.

—Debes tomar esto, ahora curaré tus raspones y te quedarás unos minutos sentada...

BlondieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora