Extra⁷

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Unilateral

A veces la vida era una comedia, o bueno, en mi vida era una tragedia. Había veces en las que pensaba mucho en todo lo que una vez pasé, pero los recuerdos amargos no me permitían seguir y terminaba olvidándome de ellos con una botella de alcohol en mano.

Sería una mentira si dijera que ya lo había olvidado porque aún pensaba en él. Y no podía negar cuánto lo extrañaba, aún si él nunca me amó. Tal vez aún veía el pasado, en todas esas mentiras que me tragaba, pero mi corazón no quería olvidarlo y prefería crear una mentira, una donde él sí me amó.

Un año pasó desde que lo vi.

Un año lleno de sufrimiento para mí.

Odiaba con mi vida a Tom.

En realidad no, pero quería hacerlo.

Lo amo, lo amo más que ayer.

Pero detesto, aborrezco estos sentimientos.

Solté un lloriqueo mientras abrazaba con fuerza a mi perrito, la única compañía en esta soledad. La melodía débil del piano sonaba mientras observaba la ventana de cristal, hasta que una voz fina comenzó con su canto. Era lamentable cómo, en vez de seguir con mi vida, había caído más en el fondo y no lo superaba.

Pero si alguien oye mis pensamientos, pido que logre entender. Fueron tantos años, desde mi juventud hasta ahora, que estuve enamorado de él, jamás dejé de amarlo y me es difícil borrarlo de mí.

Esto de alejarme de todos no sé si fue lo correcto, porque estando solo parecería que moriría. Ah, pero claro, no estaba solo, mi mascota me acompañaba al igual que mis recuerdos, mis lágrimas, el dolor, ¿y ya dije recuerdos?

También estaba enojado, molesto con el mundo pero en especial conmigo mismo, mi cabeza era un total desastre, tanto que me volvía loco.

Tan sumergido en mí que el zumbido del celular fue como un vaso rompiéndose, tan escandaloso. Lo tomé y prendí la pantalla para observar una llamada perdida... unas llamadas perdidas de Georg.

No me había dado cuenta del sonido del teléfono hasta después de ocho llamadas perdidas, no me sorprendía de eso, desde esa vez que Georg actuaba muy sobreprotector conmigo, casi siempre venía a verme y en algunos momentos me arrepentía de haberle dado mi dirección.

Con pesar desbloqueé el celular e ingresé a mensajería. Ya me había escrito como más de seis mensajes y esto no era nuevo.

"¿Por qué no me devuelves las llamadas?"

"¿Estás bien?"

"Voy para allá"

"Te estoy avisando"

"¿¿Por qué no contestas??"

"¡Bill! :("

"Lindo, contéstameee"

"¿Tienes hambre?"

"Estoy cerca y te estoy llevando comidita ¿Bien?"

"No hagas nada loco"

¿Qué pensará? ¿Qué me voy a suicidar? Aunque podría ser una opción.

Solté un quejido y me paré del suelo con desgano, para caminar lentamente hasta aquella habitación donde dormía. Aquella casita que tenía estaba apartada de la civilización, lejos de la ciudad, donde estaba solo. El recorrido para llegar hasta aquí era en auto y demorabas horas, por lo que no era mucho de salir desde que llegué... Ahora aprecio un poco más a Georg, dudo que sea fácil visitarme casi todos los días desde la ciudad.

30 Días (Toll)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora